El corrupto régimen que encabezó el siniestro Rafael Moreno Valle del 2010 al 2018 enriqueció de manera escandalosa a un pequeño grupo de servidores públicos conocidos ya por todos y también a un selecto sector de empresarios foráneos con millonarios contratos de obra pública y licitaciones directas entregadas de manera ilegal.

Así, el modelo económico creado por Moreno Valle se convirtió en una voraz máquina que saqueó el erario de Puebla durante casi una década y con el que se alimentaron sus sueños de opio de ser candidato a presidente de la República.

Dentro de este andamiaje, operado por Roberto Moya, Eukid Castañón y el propio Moreno Valle, fueron pocos los empresarios poblanos que fueron beneficiados por los ignominiosos gobiernos panistas. Los pocos hombres de la iniciativa privada nacidos en la entidad y que tuvieron contratos con la gestión morenovallista, en sus tres etapas, tenían que cumplir una serie de requisitos como la entrega de moches y diezmos, ser prestanombres de un personaje avalado por el extinto ex gobernador o simplemente fungir como una compañía fantasma para simular la entrega de recursos.

En la oscura época morenovallista, todos conocían el modus operandi pero pocos se atrevieron a alzar la voz tanto públicamente como en los medios de comunicación.

Con la muerte de Moreno Valle, muchos de estos empresarios consentidos de su gobierno tuvieron que esconder la cabeza o cambiar la imagen o giro de sus consorcios, o modificar sus actas constitutivas para confundir a los nuevos gobiernos a fin de alcanzar más contratos públicos.

Su ambición es voraz, lo sabemos.

Uno de ellos es el prestanombre de José Juan Espinosa y de Jorge Aguilar Chedraui, Eduardo Torres Chedraui, quien es la cabeza de un pull de empresas que consiguió un sinnúmero de contratos con los gobiernos morenovallistas, con la Secretaría de Salud, así como con las administraciones municipales de Puebla capital y de San Pedro Cholula, siempre con la ayuda de sus familiares.

Tras llenar sus cuentas bancarias con anuncios de publicidad, impresiones, obra pública y otros servicios como asesorías en comunicación, Torres Chedraui, en sociedad con Jorgito Aguilar y con José Juan Espinosa, decidió incursionar en el campo de la sanitización, desinfección y control de plagas en cantidades industriales, por lo que creó la empresa Royal Lacaster.