Mientras los aspirantes a la candidatura de Morena al Gobierno de Puebla se despedazan y se mantienen enfrascados en una guerra sin cuartel, la cual pone en riesgo la unidad y hasta la elección el estado en 2024, ¿alguien sabe dónde está la dirigente del partido?

Es más, ¿sabrán los poblanos quién es la encargada de dirigir los destinos de Morena y de la 4T en Puebla?

Se me hace que no.

Porque Olga Lucía Romero Garci-Crespo, líder estatal de Morena en el estado, despacha en su partido muy despreocupada y eso debería preocupar a su militancia en el estado.

Sobre todo porque los líderes y corcholatas obradoristas se están destrozando y nadie hace nada por parar un pleito que pudiera derivar en una catástrofe.

De entrada, porque existe una confianza desmedida y desbordada de cara a los comicios del 2024, los cuales creen los morenos ganarán con cualquiera de las corcholatas locales.

Y esto no necesariamente puede ser así.

Una elección que es un claro ejemplo es la del 2010, en la que Rafael Moreno Valle Rosas, contra todo pronóstico, derrotó en las urnas al PRI, al marinismo y al supuesto avasallante y aplastante zavalismo.

Todas las encuestas, o al menos la mayoría, favorecían al entonces candidato al gobierno Javier López Zavala, hoy encarcelado por el asesinato de su expareja, la abogada y activista Cecilia Monzón Pérez.

Zavala contaba con el apoyo de todo el aparato; sin embargo, el hartazgo social, la corrupción que privaba en el estado y el abuso de poder del priismo-marinismo dieron al traste su candidatura e impulsaron el triunfo del extinto Rafael Moreno Valle.

En el PRI, igual que hoy en Morena en Puebla, sobraba la confianza y había ya muchas fracturas y divisiones entre los grupos porque nunca estuvieron de acuerdo con la candidatura de Zavala.

Al final, el resultado de aquella elección ya todos lo conocemos.

El PRI, el marinismo y el zavalismo fueron derrotados porque todo mundo se arremolinó a favor del morenovallismo y su entonces mega alianza.

Ese mismo escenario pudiera estarse viendo nuevamente en Puebla, pero ahora con Morena, donde las divisiones cada vez son más y mucho más marcadas.

Para nadie es un secreto que el partido está fragmentado y no se ve la forma de cómo conciliar y volver a unir a los distintos grupos.

El pleito entre Alejandro Armenta Mier y su primo Ignacio Mier Velazco parece que cada vez sube de tono, lo mismo que el de Claudia Rivera Vivanco contra el mismo líder del Senado.

Y en ese mismo escenario está la ofensiva entre Julio Huerta Gómez e Ignacio Mier, a quien el barbosista tiene vetado desde que su primo, Luis Miguel Barbosa Huerta, gobernó la entidad.

Eso sí, lo que está claro, y que debería mantener tranquilo y paciente a Alejandro Armenta, es que si todos le están tirando a matar quiere decir que se mantiene al frente de las encuestas por la búsqueda de la candidatura de Morena al Gobierno.

Aunque, lo que también debería preocuparle es que si su equipo sigue cometiendo la clase de errores en los que ha incurrido lo van a arrastrar y a perjudicar en la medida de la gravedad de sus yerros.

Empero, regresando al tema de la dirigente de Morena ¿alguien sabe de ella?, ¿alguien la ha visto?

¿Qué estará pensando que no hace un carajo para apaciguar las aguas turbias en Morena?

¿Por qué no convoca a los distintos grupos de Morena a una tregua?

¿Qué espera que no se mete a mediar?

¿O creerá que si los deja despedazarse los mismos grupos van a definir a su próximo candidato al Gobierno?

Hace falta un manotazo en la mesa de Olga Lucía Romero para poner orden en Morena, porque nadie se respeta.

Doña Olga nunca dijo nada ante la guerra de anuncios espectaculares, por la contaminación visual que realizan los aspirantes de su partido, por la violación a la norma electoral y por las acusaciones directas e indirectas entre ellos.

La líder de Morena en Puebla parece estar ciega, sorda y muda.

Porque no ata ni desata.

Vamos, de plano parece que no sirve para nada.

Por ello vuelvo a preguntar ¿alguien sabe dónde está?

 

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