La guerra interna que libran los panistas poblanos es un muy mal presagio para su partido de cara al proceso electoral del 2024, cuando se renueve la gubernatura del estado y los 217 ayuntamientos, particularmente.

Un muy mal augurio, sobre todo, para el natural de sus candidatos, Eduardo Rivera Pérez, el mandatario de la ciudad más importante en la entidad.

Y como dijera el inmortal Juan Gabriel en una de sus muy famosas canciones:

Pero qué necesidad

Para qué tanto problema

No hay como la libertad de ser, de estar, de ir

De amar, de hacer, de hablar

De andar, así sin penas…

Los panistas parece que no razonan, son unos testarudos y llorones.

Tercos, porque parecen no entender que, si se siguen dividiendo, peleando y mentando la madre van a llegar fraccionados, y con una derrota anticipada, al proceso electoral que se avecina, el mismo que desean ganar para recuperar la gubernatura del estado.

¿Será muy difícil que lo entiendan?

Y los califico como llorones porque ahora que tienen el poder están, todos, ensoberbecidos y altaneros, pero ¿qué tal cuando no han tenido ni perro que les ladre?

¿Qué han hecho cuando no han ostentado los cargos que tienen; cuando han estado sin dinero?

Casi todos se han sentado a llorar en los rincones del estado.

Y ni así dejan de estarse chingando.

Los panistas deben entender que la fórmula es muy fácil para poder llegar con probabilidades de triunfo al 2024.

Si quieren ganar, pues que lancen al ruedo a su hombre más competitivo, hoy por hoy, Eduardo Rivera, y que lo apoye la mujer más aguerrida en el PAN, Genoveva Huerta Villegas.

Porque la estructura que logró la diputada federal, desde el morenovallismo, la avala.

¿Qué necesidad de que los dos panistas más combativos en este momento en Puebla se estén peleando?

¿Qué ganan sus respectivos equipos con estarse jodiendo la vida?

Y algo peor, que se estén peleando por un solo hombre.

Porque la manzana de la discordia entre ambos bandos se llama Eduardo Alcántara Montiel.

Los acuerdos en el PAN poblano caminaban bien hasta que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó la sanción contra Eduardo Alcántara, quien ejerció violencia política en razón de género en agravio de Érika de la Vega Gutiérrez, exaspirante a la Presidencia Municipal de San Pedro Cholula.

La gota que derramó el vaso, o más bien lo que enloqueció a Genoveva, fue enterarse que la dirigencia de su partido pretenda expulsar de sus filas a su protegido. Y de paso a ella por involucrarse y meterse a defenderlo de algo verdaderamente vergonzoso e impugnable.

Porque el asqueroso episodio protagonizado por Alcántara lo dejo, incluso, sin poder participar en la elección de 2024, no era para menos.

Por cierto, de más está decir que tanto Alcántara como su suegra, la edil de San Pedro Cholula, Paola Angon Silva, a quien también le está lloviendo en su milpita, son parte de la corriente y de la estructura de Genoveva.

Algo anda muy mal que a los tres los tiene metidos en serios problemas.

En fin.

¿Será que Genoveva decline sus aspiraciones y sacrifique su futuro político por un solo hombre?

Algo si es seguro, ella que tanto hace alusión al exgobernador extinto Rafael Moreno Valle Rosas, si él estuviera vivo ya habría echado del PAN, sin miramientos, a Eduardo Alcántara por su escándalo.

Y eso si no lo hubiese metido a la cárcel él mismo por ordinario.

¿Qué más nos falta ver sobre el pleito entre panistas?

Me parece que lo que hace falta un mediador efectivo porque a Marko Cortés Mendoza, el líder nacional del PAN, el pleito de Puebla parece que le vale.

Allí está el coordinador del grupo parlamentario del PAN en el Congreso del estado, quien ha podido transitar solo y su alma como verdadera oposición, Rafael Micalco Méndez.

De lo contrario, no se ve cómo pudieran evitar las corrientes panistas el tsunami que los podría arrasar en el 2024, si es que no firman la pipa de la paz, si siguen hablando de expulsiones y si no se ponen de acuerdo.

La marca Morena en Puebla, hay que recordar, se mantiene al frente en todas las encuestas estatales de cara al 2024.

Si los panistas se siguen chingando después van a estar llorando.

Al tiempo.

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