En el Ayuntamiento de Puebla y en el Gobierno del Estado, ninguna de las dos partes, tienen pensando sacar la bandera blanca para evitar más enfrentamientos de cara a las campañas electorales que están a la vuelta de la esquina.
No hay visos de un a tregua o pacto alguno.
Y es más que evidente que ni la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, ni el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, ninguno de los dos, tiene pensando disculparse con el otro, o simplemente ceder para dialogar.
Morena, su partido, está claro, junto con sus intereses y candidatos, parece no importarles, porque en el ayuntamiento y el gobierno estatal se siguen dando hasta con la cubeta por la dirigencia, vía el representante estatal, Edgar Garmendia de los Santos, y el autonombrado en el mismo cargo, Mario Bracamonte González.
El pleito es permanente y parece interminable.
Las dos partes, desde la semana pasada, volvieron a revivir una guerra que empezó hace ya algunos meses: la prohibición de las corridas de toros en la ciudad.
La fiesta brava es la nueva manzana de la discordia en Puebla, pues parece que en los próximos días se vendrá la aprobación de la ley que impide las corridas de toros en el municipio más importante del estado.
Una iniciativa que están a punto de aprobar en el cabildo los regidores poblanos.
Y es que a pesar de la pobre y peligrosa manifestación que realizaron el fin de semana pasado las personas que están a favor de las corridas, tal parece que en el ayuntamiento capitalino hicieron oídos sordos y la iniciativa discutida desde 2020 podría ya ser toda una realidad.
Por una parte, Claudia Rivera quiere que las corridas de toros se prohíban, y, por otra, el gobernador Barbosa ya dijo que si el municipio las veta el estado se mete al tema porque son eventos históricos.
El tema es muy debatible porque hay un grupo de personas a favor de la fiesta brava, aunque, al parecer, la mayoría no las quiere.
Los argumentos de cada lado allí están: que si no fuera por la fiesta brava el toro de lidia ya se hubiese extinguido, que es una tradición heredada por los españoles que debe conservarse, o que el toro nació precisamente para morir capoteado y con dignidad en el ruedo.
En cambio, los defensores de los animales, quienes están en contra del sacrificio del toro en público, por la mano de un matador, después de herirlo varias veces, dicen que el animal, como todos, está dotado de estructuras neuroanatómicas y neuroquímicas que les permiten sentir dolor, pues experimenta una serie de estados emocionales y mentales, como el miedo, la ansiedad y la ira.
Que es un ser vivo que siente, que sufre y que es abusado por la mano del hombre, el único responsable de que muera por una espada.
Por ello, nació la campaña “Puebla sin tauromaquia”, a la que ayer se sumaron personajes del espectáculo como Eugenio Derbez y Marco Antonio Regil, quienes enviaron un mensaje -en vídeo- en el que celebran y felicitan la postura del gobierno de la ciudad por la decisión de prohibir la tauromaquia.
Esto, sin duda, parece respuesta al vídeo grabado por parte del torero Joselito Adame, quien reprocha a Claudia Rivera por la intención de acabar con la tauromaquia, y a quien invita a enseñarle los “beneficios del negocio”.
El debate de la permanencia o no de la fiesta brava, sin embargo, es agudo. En lo personal, estoy en contra del maltrato animal en cualquiera de sus expresiones, no tolero que alguien atente en contra de la vida, sobre todo, de animales inofensivos.
Coincido con aquellos que piensan que las tradiciones que merecen conservarse son aquellas que elevan nuestra condición humana, no aquellas que promueven lesiones y muerte de alguien que está en situación de vulnerabilidad.
Ya veremos si los regidores del Cabildo de la ciudad logran o no prohibir, de forma permanente, las corridas de toros. Habrá que recordar que municipios como San Pedro Cholula vetaron la instalación de circos con animales en su territorio.
El objetivo no fue otro que respetar la vida animal, las nomas de Bienestar Animal y de Biología de la Conservación.
En twitter: @poncharelazo
Facebook: Alfonso González
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