Si existe alguna dependencia del gobierno federal, junto con sus distintas delegaciones, opaca, inoperante, en crisis por su falta de efectividad, nada transparente y que ha olvidado a los ciudadanos, es precisamente la que encabeza Francisco Ricardo Sheffield Padilla, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

La Profeco se ha convertido, más bien, en un ente, un área del servicio público, dedicada únicamente a la promoción de su titular y de la 4T.

No hay otra cosa que haga la Profeco y su flamante titular, consagrado únicamente a la grilla política, a la promoción personal por aquello de las próximas campañas y los comicios del 06 de junio, y a nadar de muertito mientras en tiempos de pandemia muchos negocios hacen su agosto.

Hacen su agosto y abusan del dolor de las personas utilizando la pandemia y del Covid-19 para hacerse ricos con la desgracia de los mexicanos.

¿No hay nadie, de verdad, que pueda poner un alto a este tipo de abusos?

¿Cómo puede la Profeco, pero sobre todo Sheffield, ser tan inhumana?

La respuesta es muy sencilla: está enfermo de poder.

Está claro que el abuso de las empresas, esas que, por ejemplo, venden y recargan tanques de oxígeno en Puebla y el resto del país, las cuales hoy por hoy venden sus productos con un aumento hasta del 500%, por encima del precio en el mercado, no es culpa de propietarios sino del mismo Ricardo Sheffield.

Y es que no hay otra explicación que justifique la lamentable y gris inactividad del funcionario federal, quien lo único que ha hecho bien hasta hoy es vivir del erario.

Porque la procuraduría opera, o más bien desopera, porque su titular tiene otras cosas más importantes que hacer, como la promoción de su imagen y la gestión social, esa que sí deja votos y sí es redituable.

Lo demás, faltaba más, siempre puede esperar.

El consumidor que compre si tiene dinero, y si no que se joda.

Al fin y al cabo el mesías de Sheffield ya dijo que las empresas que tengan que quebrar que quiebren. Y al parecer la iniciativa privada no quiere llegar a esto y por eso abusa y da sus productos con sobre precio 4 o 5 veces más de lo que cuestan.

No tienen madre.

¿Cuántos negocios, de los que comercializan con el oxígeno, hoy por hoy abusan, con la complacencia de la Profeco, de las condiciones de los mexicanos, en el momento más grave de la pandemia?

En Puebla, por ejemplo, se han dado casos, que incluso se tienen documentados, en los que el abuso ha sido hasta apoyado y tolerado por la autoridad, por la policía del lugar.

La semana pasada, uno de los comercios que vende tanques de oxígeno y artículos de salud, ubicado en la zona del Hospital de Traumatología y Ortopedia del IMSS, vendió al familiar de un paciente un concentrador, un aparato que sustituye los tanques.

El concentrador de oxigeno lo conectas a una toma de corriente y el aparto genera oxígeno, ya no hay necesidad de recargarlo como un tanque, se comercializa por litros y según la marca y las características es el precio.

Sin embargo, a esta persona que tiene a su paciente grave por el Covid le vendieron un concentrador en 34 mil pesos cuando su precio normal es de 6 mil.

El caso es que el aparato no sirvió y al momento de regresar a reclamar por el producto defectuoso a la tienda donde lo adquirió, se topó con la sorpresa de que ya no había cambios una vez salida la mercancía, cosa que nadie le dijo.

Los propietarios de la tienda se indignaron y advirtieron que no devolverían ni el dinero, ni cambiarían el concentrador. Y que se tenía que retirar porque de lo contrario llamarían a la policía.

Y así fue, la amenaza se cumplió y la autoridad llegó a sacar al cliente del establecimiento, a pesar de que lo habían timado.

Entonces viene la pregunta: ¿y dónde, carajo, estaba la Profeco para defender al consumidor en ese momento?

¿Dónde Ricardo Sheffield, su delegado o delegada en Puebla?

Entonces, ¿sirve para algo la Profeco?

¿Quién va a defender a los ciudadanos de los abusos si en Profeco se molestan por pedirles que trabajen?

Y un caso más, de los muchos que existen y que se publicó en Posdata desde el año pasado, los cuales demuestran la ineficacia de la dependencia, tanto en Puebla como en toda la república.

En el mes de septiembre Posdata publicó lo siguiente:

“Abusos en la delegación de Profeco en Puebla

En la delegación de Profeco en Puebla algo apesta, algo no anda bien.

Los problemas laborales, las relaciones personales y ahora los conflictos de salud se hicieron presentes en la dependencia y la cosa está que arde.

En Profeco reina el temor y el descontento no sólo por el mal genio y los malos modos de su delegado, Alfredo Torres Campos, quien trata con la punta del pie a los empleados de la dependencia, sino porque ahora uno de sus funcionarios está en estado crítico, intubado, por Covid-19.

El tema es grave y nada extraño cuando estamos en el pico de la pandemia, lo que tiene muy inquietos, y con mucha razón, a los trabajadores de Profeco, pues, todavía, hasta el miércoles de la semana pasada su compañero trabajó y convivió con ellos.

El trabajador de Profeco, sobre quien intentaron ocultar su estado de salud, presentó todos los síntomas del Covid-19 pero el delegado nunca permitió que se atendiera.

Cosa, desde luego, muy grave y con posibles consecuencias hasta judiciales.

Ahora, Alfredo Torres intenta ocultar la situación de su trabajador y pretende que las labores de la dependencia continúen como si nada, a pesar de que está poniendo en riesgo a todo el personal que allí labora.

Por cierto, el delegado de Profeco en Puebla es enviado y recomendado del titular nacional de la dependencia, Francisco Ricardo Sheffield Padilla, es originario de Guanajuato y, al parecer, esta es su primera experiencia en la función pública.

Vaya funcionario”.

Hasta aquí la cita.

Y sí, también Alfredo Torres, igual que su padrino político, Sheffield, estaba enfermo de poder y al final terminó fuera de la Profeco por abusivo.

Y todavía tienen el descaro de ofender y reclamar cuando son unos irresponsables.

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