Quién iba a pensar, previo a la elección intermedia del pasado 06 de junio, que el gobernador del estado, Luis Miguel Barbosa Huerta, fuese ahora el factor de unidad en el PAN poblano.

Y si no juzgue usted:

El mandatario, de entrada, perdonó e indultó a la dirigente estatal del albiazul, Genoveva Huerta Villegas, quien recientemente se recuperó, por segunda ocasión, del Covid-19, y hasta se reunió con ella.

A Genoveva, por sus dichos, la persiguieron, presionaron y amenazaron; sin embargo, al final, trascendió, con ella también pactaron.

Sorpresivamente, luego de haber presenciado la elección en la que obtuvo el resultado que esperaba (la mayoría del Congreso del Estado), el gobernador lanzó una campaña de reconciliación con ciertos sectores de la sociedad, con los nuevos servidores públicos y con la oposición, a la que siempre minimizó.

Entre sus invitados a fumar la pipa de la paz -opositores en la política local- estuvieron los actuales líderes y protagonistas del PAN, quienes buscan quedarse con el comité estatal y, desde luego, con el control del partido.

Allí, en Casa Aguayo, estuvieron sentados dialogando con el gobernador Barbosa la aún dirigente, Genoveva Huerta, el presidente municipal electo de Puebla, Eduardo Rivera Pérez; y el diputado local electo y ex dirigente panista Rafael Micalco Méndez.

El único que no ha sido invitado a las reuniones del señor ha sido Francisco Fraile García, quien es el cuarto aspirante a la dirigencia de su partido, además de Marcos Castro Martínez, quien ya estuvo representado por Lalo Rivera.

Los panistas desfilaron, sin rubor alguno, por el despacho del gobernador poblano, quien mostró sus dotes de buen político y del por qué se hizo de la primera magistratura del estado.

De sobra está decir que Barbosa es un animal político en toda le extensión de la palabra, pues ha ligado sendos cuadrangulares en el diamante de las grandes ligas de la política nacional.

Así que si a alguien le sobra oficio político es a Barbosa, eso que ni qué.

Así de esa forma sometió a la oposición, la obligó a mostrarse conforme con su trabajo y la hizo acompañarlo para mostrar una campaña de reconciliación efectiva, por lo que muy fácilmente la logró domar.

Resulta increíble que los panistas se lleven mejor ahora con la oposición, con el gobernador emanado de Morena, que entre sus filas, o entre sus líderes, quienes no han logrado negociar y acordar quién será el próximo, o la próxima dirigente de su partido.

¿Qué tan efectivo habrá operado el gobernador Barbosa en el PAN que ayer Rafa Micalco hasta defendió su causa, y aseguró que no ha pactado con el albiazul?

De ese tamaño fue la efectividad del tiro de tres bandas del mandatario para con la hoy “noble oposición” panista.

En una de esas es el mismísimo gobernador el que logra organizar al PAN para que defina a su nuevo o nueva dirigente.

Porque es un hecho que ni Lalo Rivera, ni Genoveva, ni Micalco, y seguro ni “el pastor”, Paco Fraile, se van a pelear con él. ¿Para qué jugarle al vivo si ya Barbosa perdonó al panismo de haberle jugado las contras en la elección en la que se hizo gobernador?

A ver si no regresa aquel PAN que se conformaba con llevar la fiesta en paz en el estado a cambio de negociar espacios y chamba en el gobierno.

Y como con Lalo Rivera hay una excelente relación, lo más probable es que la dupla Barbosa-Rivera prospere, avance y trabaje de la mano. Sobre todo cuando el 2024 se aproxima.

Así que con el control del Congreso y con la oposición sentada entre los amigos, para el gobernador Barbosa, dijera el clásico, “¿cuál sufrir?”.

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