Nada cambió en el panismo poblano tras la muerte del siniestro Rafael Moreno Valle.

Al día de hoy, Acción Nacional, como lo fue en el oscuro régimen morenovallista, ya no es un partido político sino una franquicia en la que la ideología, los fundamentos e historia se convirtieron en letra muerta por las ambiciones desmedidas de sus dirigentes, quienes secuestraron otra vez al instituto de derecha que nació como la primera oposición ciudadana en contra de la dictadura priista.

El PAN en la aldea es y seguirá siendo un club privado en el que sus líderes en turno les dan la espalda a sus militantes y sólo benefician a su grupo más cercano con el dinero de las prerrogativas y las candidaturas en juego en las elecciones más cercanas.

Tras la muerte de Moreno Valle, el albiazul pudo reinventarse tras 10 años en los que el extintito priista únicamente utilizó los colores del partido para sus fines perversos ante la debacle del Revolucionario Institucional provocada por Mario Marín y su affaire con Lydia Cacho. Y, sin embargo.

Como lo fue el marinismo para el PRI, el morenovallismo sigue siendo un lastre para el PAN y su ideología de arrebatarlo todo, de exclusión y soberbia sigue impregnada a pesar del fallecimiento de Rafael en el ya muy lejano diciembre del 2018.

Está más que claro que la imposición de Genoveva Huerta como presidenta del Comité Directivo Estatal del PAN fue el último gran error de Rafael Moreno Valle y de su esposa Martha Erika Alonso, pues su designación como lideresa panista fue pensada para que la ex diputada federal fuera sólo una figura decorativa al frente del partido en el que el matrimonio siempre tenía la primera y la última palabra.

Aunque a Huerta Villegas le moleste, ella fue impuesta en el CDE del PAN como una empleada que recibiría órdenes desde Casa Puebla por parte de sus jefes, los Moreno Valle.

Y es que, la Jefa Geno es y será siguiendo una subordinada que siempre recibirá órdenes de un superior, ya que carece de cualquier capacidad para decidir por ella misma ante su personalidad marginal y radical y sus carencias mentales que la llevan a hacer los ridículos como el histriónico y telenovelesco video en el que se muestra indignada porque el gobernador Miguel Barbosa le recordó lo que ya todos sabemos: su nueva jefe, tras la muerte de los Moreno Valle, se llama Fernando Manzanilla Prieto.

Pero la mediocridad con la que Genoveva Huerta ha conducido al PAN hasta ahora y su enana oposición no es lo único que preocupa en el albiazul, ya que los aires de grandeza de la presidenta panista la han mareado en su diminuto ladrillo a tal grado de creerse la idea de abanderar al partido como candidata a alcaldesa de Puebla en la próxima elección intermedia.

La Jefa Geno sueña y anhela con ser la candidata que regrese a Acción Nacional al Charlie Hall tras la irrupción de Morena en el 2018.

Pero es no es todo.

Huerta Villegas no sólo quiere agandallarse la candidatura del PAN en la capital y con ella la planilla de regidurías del Cabildo poblano, la huérfana de Rafael también planea imponer a sus incondicionales, amigas y hasta su novio, en el resto de postulaciones que el partido hará en los principales municipios del estado.

Este el escenario que se vive en San Andrés Cholula, en donde Genoveva ya está impulsando a tres advenedizos sin ningún arraigo en la localidad que fue considerada como el bastión del panismo en Puebla.

Sin consultar con las grandes familias custodias y los liderazgos históricos del panismo en San Andrés, “La Jefa Geno” busca que la candidatura del PAN a presidenta municipal recaiga erróneamente en Francisco Fraile, Blanca Jiménez o Felipe Sandoval, quienes no son, ni de cerca, los mejores perfiles para que Acción Nacional recupere la alcaldía cholulteca el próximo año.

¿Qué arraigo tiene “El Pastor” Fraile o Blanca Jiménez en San Andrés más que el vivir en Lomas de Angelópolis o en un residencial de Camino Real?

¿Quién es Felipe Sandoval?

¿En dónde quedaron los Paisano, Coyopol, Tlatehui, Huepa, Cuautli?

¿Acaso los liderazgos regionales del panismo cholulteca van a permitir que Huerta, de buenas a primeras, les imponga a un candidato sin ni siquiera consultarlos?

Gandallismo puro como sucedió en los tiempos morenovallistas.

A la chingada la democracia interna del PAN.

La enfermedad de poder de “La Jefa Geno” la tiene rebasada.

Lo dicho: el PAN se aproxima a una colisión en el 2021 mientras Huerta Villegas siga en los controles.