Así como la epidemia del Coronavirus está por llegar a su punto más crítico en el país una vez que el gobierno federal activó la Fase 3 del plan de contingencia; la irresponsabilidad de la sociedad, como la de Puebla, también está llegando a su peor momento justo cuando necesita la mayor disciplina y solidaridad para evitar que la pandemia del virus Covid-19 termine aún peor.

Cada vez son más frecuentes las imágenes de un buen grupo de ciudadanos, quienes han relajado el aislamiento y ya retomaron sus rutinas sin siquiera haber llegado al mes de confinamiento sugerido por la Secretaría de Salud federal para “aplanar” la curva de contagios y muertes a consecuencia del Coronavirus.

Por increíble que parezca, el pasado fin de semana fueron captados cientos de personas en un torneo callejero de fútbol realizado en Amalucan sin importarles que están prohibidas las reuniones multitudinarias.

Estos acontecimientos son cada vez más frecuentes en diferentes puntos de la Angelópolis, en los que a la gente poco o nada les importa ya la epidemia por lo que estamos atravesando.

Por esto es que Puebla capital es uno de los municipios con más muertes y enfermos de Coronavirus en el país.

Un buen grupo de personas en redes sociales y en medios de comunicación han sugerido que esta crisis sacará lo mejor de las personas en el futuro cercano luego de que se levante el aislamiento y terminé la epidemia del Covid.

Yo difiero.

No seremos mejor, no habremos leídos más libros, no habremos emprendido ningún negocio.

Solo habremos dado un giro de 360 grados.

Creo que lo más cercano al Fin del Mundo, que nos tocó vivir, ha sacado lo peor de la sociedad: falta de empatía, irresponsabilidad, oído en contra de las personas que nos están salvado la vida como son los doctores, entre otros muchos males.

De nada servirán los esfuerzos inhumanos de todo el personal médico en el país, de nada servirá la disciplina y el sentido del bien común mostrado por un buen grupo de ciudadanos, de nada servirá todo el dolor por el que atravesaron miles de personas que han perdido a algún familiar a consecuencia del Coronavirus.

En serio, de nada servirá todo lo bueno que se ha hecho.

Si la crisis no sacó lo mejor de nosotros, nada lo hará.

Una vez que pase esta crisis, todo seguirá igual. Volveremos a ser los mismos egoístas, mezquinos y envidiosos de siempre.

A eso estamos condenados.

La luz al final del túnel está muy lejos.

El verdadero virus somos nosotros.

Los que vemos a una doctora o a un enfermo en la calle y le aventamos cloro, los que seguimos organizando fiestas o partidos de fútbol en plena pandemia, los que nos aprovechamos de nuestros trabajadores para que sigan laborando sin importar el riesgo presente, los que politizamos y sacamos raja política hasta de las muertes.

Después del Coronavirus, nada cambiará.

Así de claro.