Para nadie es un secreto que el servicio de salud que ofrece el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a los ciudadanos es de los peores del mundo, si no es que el más deficiente de todo el planeta.

Contrario a lo que asegura y presume el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la crisis administrativa, operativa y financiera que prevalece en el IMSS ya es una realidad y un infierno padecido por sus derechohabientes.

Porque la crisis que sufre el Seguro Social es de muchos años atrás, ni siquiera es responsabilidad total de Morena, de la 4T o de AMLO.

Más bien el gobierno obradorista es corresponsable por haber reducido el presupuesto del IMSS a fin de favorecer y privilegiar sus caprichos personales como la construcción de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Proyectos, desde luego, a los que se les han inyectado miles de millones de pesos sin que a la fecha hayan mostrado potencial alguno.

La crisis del IMSS es un mal heredado que no se ha sabido ni manejar ni administrar como otros compromisos gubernamentales que igual están a punto del colapso.

El servicio de salud que ofrece el IMSS es tan deficiente que ayer una niña de seis años murió prensada por las puertas del elevador del Hospital General de Zona (HGZ) número 18 de Playa del Carmen, Quintana Roo.

Un elevador que, desde luego, debería estar en buenas condiciones porque está al servicio de los pacientes y del personal del nosocomio.

Porque aunque todos ahora se quieran hacer tontos deslindándose del tema, lo cierto es que el elevador es parte del hospital y de las responsabilidades del director del lugar, de delegado del IMSS en el estado y hasta del director general, Zoé Robledo Aburto.

Si el elevador es parte del nosocomio, aunque su funcionamiento dependa de una empresa, si está dentro de una propiedad del IMSS entonces su operatividad sí es de su incumbencia.

Que el inútil de Zoé Robledo y el resto de los responsables de la operación del HGZ se quieran hacer los locos ante la desgracia eso ya es otra cosa.

El camillero no es el total culpable de la vida de la menor sino la institución completa, incluidos sus directivos.

De hecho este problema evidencia muy bien la crisis que sufre el IMSS en México.

Un problema que desgraciadamente se ha agudizado con la cuarta transformación por el recorte de recursos.

Si de por sí el IMSS y las Unidades Médicas Familiares (UMF) ya colapsaron, debido a la saturación de pacientes, al desabasto de medicamentos, y al desorden e insuficiencia del personal médico, qué se puede esperar de los servicios que no son prioridad en el instituto como los elevadores.

Es decir, si el IMSS no tiene recursos para mantener equipadas y funcionando las UMF, las cuales se supone son los espacios que deberían de servir como primer contacto entre pacientes y médicos, para lograr la prevención y la detección oportuna de enfermedades, qué se va a estar atendiendo el funcionamiento de esos aparatos de transporte.

Y esto es una realidad porque en Puebla, en el Hospital de La Margarita, sucede lo mismo.

¿Cuántas veces se ha denunciado el pésimo servicio y la falta de equipamiento que existe en aquel nosocomio?

Cuando no es el elevador, es la saturación del lugar, la falta de camillas, la fuga del drenaje, la filtración de los techos, la falta de personal, la carencia de infraestructura, de medicamento y hasta de personal.

Si bien la crisis del IMSS viene desde 1995 y 1997 con las reformas neoliberales, las cuales le pegaron en sus finanzas, lo cierto es que en los últimos años el Seguro Social sufre una asfixia presupuestal generada por el gobierno obradorista.

A ello se debe la falta de mantenimiento a las instalaciones, las insuficientes acciones para la detección de enfermedades, particularmente diabetes e hipertensión; la falta de medicamentos de todos tipos, los pocos diagnósticos de padecimientos graves, como el cáncer mamario y cérvico uterino; así como a las ya casi nulas labores de prevención en el instituto.

En el IMSS, desgraciadamente para los mexicanos, todo el servicio es una cadena rota.

Porque si no hay atención médica suficiente y de calidad entonces hay más enfermos, y por supuesto muertos; lo mismo sucede si no hay personal suficiente o medicinas para los pacientes.

Empero, si no hay más hospitales e infraestructura de calidad y suficiente, ¿cómo carajo se quiere un servicio de salud como el de Dinamarca?

Si el mismo AMLO ha preferido contratar médicos cubanos que mexicanos para atender las crisis de salud en México.

Tan sólo durante el primer año del gobierno de AMLO la contratación de personal médico cayó, ya que en 2019, el IMSS contaba con 1.43 médicos por cada mil habitantes, a pesar que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda mantener 3.4.

Actualmente, la cifra ha disminuido aún más y la crisis del IMSS ha crecido peligrosamente.

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