Este martes, falleció Antonio “La Tota” Carbajal, el primer futbolista mexicano en participar en cinco Copas del Mundo, a la edad de 93 años en la ciudad de León, Guanajuato, donde se encontraba hospitalizado desde hace días debido problemas de presión arterial.

“La Tota” Carbajal nació el 7 de junio de 1929 en Ciudad de México y jugó como portero en el fútbol profesional durante más de dos décadas. Se convirtió en uno de los jugadores más emblemáticos de la Selección Mexicana, tras participar de manera consecutiva en los Mundiales de Brasil 1950, Suiza 1954, Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966. En total, disputó 11 partidos mundialistas.

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Foto: Twitter / @Antonio_Rosique

Además de su destacada participación en la Selección, Antonio Carbajal tuvo una exitosa carrera en el fútbol mexicano, donde defendió la portería de equipos como León y España. Fue conocido por su agilidad, reflejos y valentía bajo el arco, y se convirtió en una verdadera leyenda del fútbol mexicano.

Al León, equipo con el que más se le relaciona, llegó en 1950 y jugó en las filas de los Panzas Verdes hasta su retiro de las canchas, en 1966. Con el equipo de esa ciudad guanajuatense ganó dos títulos de Liga, en las temporadas 1951-1952 y 1955-1956.

Tras retirarse del fútbol, se dedicó a entrenar a jóvenes talentos e incursionó en la dirección técnica, siendo el León el primer equipo a su cargo, en 1969. También dirigió al Unión Curtidores, Atlético Campesino y al Atlético Morelia. Entre 1979 y 1981 regresó a la Selección Mexicana, como auxiliar técnico de Raúl Cárdenas.

Recibió numerosos reconocimientos y honores por su trayectoria deportiva, incluyendo la Medalla al Mérito Deportivo en México y la Orden del Mérito de la FIFA.

“La Tota” Carbajal deja, sin lugar a dudas, un legado de excelencia deportiva y compromiso con el fútbol mexicano, que seguirá inspirando a futuras generaciones de jugadores y aficionados al deporte más popular del mundo.

En algunas entrevistas, Antonio Carbajal reveló que el mote que lo acompañó prácticamente desde la infancia, fue autoría de uno de sus vecinos que apenas comenzaba a hablar, conocido en el barrio como “Cantinflas” Sánchez.