Si al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no lo sensibiliza la trágica y escandalosa muerte de 39 migrantes ahogados y quemados vivos en un albergue del Instituto Nacional de Migración (Inami) en Ciudad Juárez, Chihuahua, entonces nada lo hará.

Por algo se pasa por el arco del triunfo, todos los días, cualquier suceso relacionado con la delincuencia, con las enfermedades terminales en el país, con la miseria que se sigue viviendo, con el ecocidio en Yucatán y con las muertes provocadas por el mal manejo de la pandemia por parte del “Dr. muerte”, Hugo López Gatell.

¿Qué más podríamos esperar de un gobierno al que le vale madre la muerte de 39 personas que pudieron ser salvadas con solo abriles la reja que los mantenía presos?

¿Qué podría esperarse de un gobierno que incluso culpa a los migrantes calcinados de su propia muerte?

¿Hace falta algo más para darnos cuenta del fracaso del obradorismo en materia de política migratoria?

¿Qué tiene qué suceder para que la gente vea que e el mundo obradorista se sienten dueños de a verdad absoluta, aunque todos vea que es totalmente irreal?

Es un asco ver cómo día con día en las mañaneras de AMLO a todos se les culpa de cualquier cosa, menos a la 4T y a su líder moral.

Porque según el presidente, él nunca se equivoca debido a que no es igual que los demás, o que los presidentes del pasado.

Es inconcebible que a estas alturas Francisco Garduño Yáñez, comisionado del Inami, responsable de la vida de los 39 migrantes asesinados permanezca en su cargo.

Qué fácil es la fórmula más efectiva de Morena y del gobierno federal: repartir culpas cuando se requiere, cuando se necesita salir de un problema y apagar el fuego de alguna forma para evitar el desgaste del presidente.

Sin embargo, esta vez incluso la Organización de Naciones Unidas (ONU) intervino y sugirió una investigación exhaustiva sobre el trágico suceso registrad en México.

Que pena que la nación destaque a diario en medios nacionales sólo por sus escándalos y por las declaraciones de los obradoristas, porristas de la 4T.

Allí están como ejemplos de la desvergüenza el ridículo, interesado, falso, sucio, nefasto y activista político de la 4T, Alejandro Solalinde, quien se dice ser sacerdote y defensor de los migrantes, así como Epigmenio Ibarra, el principal propagandista de AMLO, y a quien el gobierno federal beneficio, en su momento, con un préstamo de 150 millones de pesos.

A ver si el payaso de Epigmenio Ibarra incluye en su grotesco y asqueroso pase de lista de los 43, a los 39 migrantes muertos por las estupideces del Inami, de su titular y del presidente.

Y ojalá que el mentado padre Solalinde deje de hacerse tonto y de utilizar la sotana, esa que sólo tiene de parapeto porque nunca la utiliza, para politizar el tema de los migrantes y sacar raja a favor de la 4T.

Porque vaya que ha utilizado para su beneficio su posición de falso sacerdote, un religioso clasista que da la bendición empleando tintes partidistas y clasificando a los mexicanos como buenos y malos.

Che padrecito ridículo y payaso, ni por la edad deja de decir sandeces.

Todo mundo sabemos que por órdenes de Estados Unidos (EU), AMLO se ha dedicado a perseguir y encarcelar a los migrantes que cruzan México para llegar al vecino país del norte y cumplir el tan anhelado “sueño americano”.

Tanto el personal del Inami, como la guardia nacional, el Ejército Mexicano, los gobiernos de los estados y los municipios tienen la orden de detener, encerrar y deportar a todo migrante que sea visto cruzando el país.

Empero, tenía que pasar algo así para que los mexicanos se dieran cuenta de otro fracaso más del actual gobierno de la república.

Que tristeza para las familias, para los deudos, para las madres, las esposas, los hijos y los habitantes de este país que se cae a pedazos.

Allí está el vídeo que quedará para la historia del gobierno de la 4T, del país y del Inami, en el que se evidencia la responsabilidad directa del personal que tiene a cargo a los migrantes detenidos, y quienes los dejan encerrados a pesar del incendio y del humo que los asfixia, por cierto sin antes haberles ofrecido agua, alimento y/o tantita misericordia.

Así nuestro México de hoy.

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