Que siempre no.

Que ya no habrá guerra en la Auditoría Superior del Estado (ASE), y aquel capítulo donde correría sangre sólo será un mal sueño, una pesadilla.

Una alucinación frustrada por una cubetada política de agua fría.

Porque, al parecer, a su titular, Francisco Romero Serrano, algo le encontraron y tuvo que recular, arrepentirse de echar fuerzas contra el estado, y replegarse.

Al final, se tuvo que tragar las amenazas que antes -en privado- lanzó contra el Poder Legislativo, si es que este se atrevía a destituirlo, y ahora dejará su cargo -como fiel corderito- para darle paso a su reemplazo.

A una cara nueva, hay que decirlo, de plena confianza para el resto de los poderes del estado, en particular para el Ejecutivo.

Eso sí, ni los propios colaboradores de Romero Serrano esperaban que lo destituyeran tan fácilmente. Que le quitarán la ASE como arrebatarle su paleta a un niño.

Todo mundo esperaba, incluso en los medios de comunicación, que aquel que la hace de la mano fiscalizadora y ejecutora del estado se defendiera como gato boca arriba, hasta ser acorralado y derrotado.

No fue así.

Dicen que ya Francisco Romero está decidido a no levantar la toalla.

Y es que, aseguran, por fin reconoció que es ponerse con Sansón a las patadas.

Así que esta historia ya no sacará chispas.

El argumento es que lo agarraron por donde menos lo esperaba, por el delito de violencia familiar

Que con eso le ataron las manos.

Empero, ¿y por eso no defender su causa?

¿Qué le sabrán sus detractores que el resto de los poblanos no le conocemos?

¿A poco tan fácil caerá derrotado?

Y lo más grave: ¿dónde queda su credibilidad como funcionario?

Porque, a ver, la salida, destitución, remoción, suspensión, separación, expulsión, o como se le quiera llamar, de Romero Serrano de la ASE era un secreto a voces.

De hecho, era una salida anunciada que todo mundo conocía y que debía darse de un momento a otro.

Y es que dicen que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta le perdió la confianza.

¿Para qué esperar a que lo venadearan?

¿No era más fácil empezar a defenderse declarando públicamente?

Porque dicen que el que calla otorga.

¿Qué es lo que realmente habrá pasado?

¿Quién habrá traicionado?

¿Ahora qué pasará con los procesos de investigación que la ASE emprendió en contra de muchos detractores del gobierno, y que encabezó y empujó Francisco Romero?

¿Son confiables?

¿Cumplen con la ley?

¿No son irregulares?

Hay muchas cosas que se van a tener que aclarar.

Y se me hace que esto va para largo.

Mientras, esta historia puede continuar…

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