La continuidad del proyecto barbosista al renovarse el Congreso del estado durante las elecciones intermedias del próximo año no será lo único que estará en juego el próximo año, también será el turno de la sucesión del esparzismo tras cumplirse los dos periodos de cuatro años en los que Alfonso Esparza ha estado al frente de la máxima casa de estudios de Puebla.

Así como el gobernador Miguel Barbosa se disputará la estabilidad de su gobierno para cerrar su administración de cinco años con una legislatura afín —como hoy la tiene—, el rector Alfonso Esparza también intentará que la elección del próximo director de la Benemérita poblana sea una persona de su grupo cercano quien le pueda garantizar que su salida de la universidad pública no se convierta en una tortuosa cacería.

Para nadie es un secreto que Esparza Ortiz ha logrado soportar, hasta el momento, las embestidas del Congreso del estado y de la Auditoría Superior para indagar en lo más profundo las cuentas públicas de la Universidad Autónoma de Puebla para así encontrar argumentos y sustentos legales para enjuiciar al actual rector por los supuestos manejos ilegales de las arcas de la institución.

Y es que, el egresado de la Facultad de Contaduría de la BUAP cuenta con el respaldo de su Consejo Universitario, el cual ha logrado amurallar a su rector y ha puesto cara a los embates del Legislativo local y desde la ASE.

Durante la morbosa plática que quien esto escribe sostuvo el martes pasado con el gobernador del estado se abordó el tema de la designación del próximo rector de la BUAP.

El mandatario poblano, quien se ganó el derecho de elegir a los personajes con los que quiere gobernar el estado al ser electo en las urnas por el voto popular, no está tentado, como sí lo hicieron sus antecesores, de intervenir en la selección del próximo rector.

Pero, el gobernador Barbosa también tiene claro que la BUAP necesita recuperar “la libre expresión y de la universalidad de las ideas”, pues en la actualidad, en su opinión, es un reducto de opacidad.

De manera contundente, el mandatario poblano sentenció que no tiene ningún delfín para impulsar como sucesor de Alfonso Esparza y así controlar a la Benemérita de Puebla desde la rectoría y desde el Consejo Universitario.

Barbosa está muy lejos de aquel dictador que buscó controlar todos y cada uno de los cotos de poder en la entidad para saciar sus perversidades y excesos.

Por lo pronto, Esparza despertó este lunes con una gran noticia, que le otorga un tanque de oxígeno tras meses turbulentos desde la llegada del gobierno barbosista, una vez que el Tribunal Superior de Justicia falló a su favor en el largo y tortuoso litigio por la venta, ahora ilegal, de Lobos BUAP a Alejandra de la Vega, quien convirtió a la franquicia universitaria en Juárez FC.

El TSJ le concedió la razón a la BUAP y a Esparza Ortiz al declarar como inválida la transacción que Mario Mendivil hizo con la empresaria fronteriza y que la Federación Mexicana de Fútbol avaló.

No sólo eso, el Tribunal Superior de Puebla también ordenó a Mendivil pagar los 90 millones de pesos restantes por la venta del equipo de fútbol de la Benemérita del estado, cuya franquicia desapareció hace casi dos años.

A la FMF se le viene un culebrón con el fallo de TSJ local a favor de la BUAP.

Por mientras, Esparza tiene un problema menos del que preocuparse de cara al último tramo de su rectorado de casi 9 años, uno de interino y ocho de manera formal.

¿En qué términos el rector Alfonso pondrá fin a su carrera de toda una vida en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla?

¿Cómo será recordado?

¿El camino al desierto de Esparza será como el de Enrique Agüera o como el de Enrique “El Sultán” Doger?

La elección intermedia federal y local no es lo único que estará en juego en el 2021.

El tiempo de definiciones llegó para muchos.

El final de un ciclo se acerca.