Las grandes tragedias destapan las desigualdades enterradas por la cotidianidad en todas las sociedades. En el caso de la COVID-19, los estragos en niñas, niños y adolescentes se han observado de forma diferenciada, pero las acciones para contrarrestar dichos efectos no han estado a la altura. Sobre este grupo vulnerado versó un conversatorio de la Cátedra Cossío de la IBERO Puebla.

Como reconoció Florentino Badiel Hernández, director general de IBERO Tijuana, la pandemia ha dejado atrás a las juventudes en materia de educación, violencia doméstica, migración y seguridad alimentaria. “Trabajar por los derechos de los niños, niñas y adolescentes es trabajar con ellos. Esto es imposible sin el acceso a servicios educativos de calidad”.

Educación resiliente

Se estima que 1,600 millones de alumnos menores de edad en más de 190 países se han visto afectados por la COVID (esto es, el 94% de la población escolar a nivel mundial). De estos, 24 millones están en riesgo de deserción, especialmente los habitantes de zonas rurales, refugiados y personas con discapacidad. Así lo advierte la ONU en su informe La educación durante la COVID-19 y después de ella.

En México tenemos 37 millones de alumnos y 2.1 millones de maestros distribuidos en 265,000 escuelas; con la pandemia, puede haber de 2.5 millones de deserciones. Las dificultades con la conectividad (44% de los niños tienen computadora y el 52% cuenta con internet) son uno de los principales factores de riesgo.

Un posible abandono escolar no solo impacta en el proceso formativo, sino en la seguridad y salud alimentaria de miles de menores que se veían beneficiados por los programas de alimentación y cuidado provistos por las escuelas públicas. “Hay niños que si no van a la escuela no tienen un desayuno. Las afectaciones han trastocado toda la dinámica familiar”, explicó Rocío Cano Albañez.

La ONU destaca enfoques innovadores que suponen estrategias para mitigar los efectos de la pandemia. Por un lado, se propone el uso de los medios de comunicación tradicionales para diversificar la oferta de educación a distancia. De igual manera, se ha buscado la implementación de nuevas estrategias de formación y regularización. Todas las estrategias, aclaró, son perfectibles.

Entre los retos se encuentra la planeación de la vuelta a las aulas, la protección de la viabilidad económica y financiera de la educación, la configuración de sistemas educativos resilientes y la aceleración en el cambio de las dinámicas de enseñanza y aprendizaje. “Debemos buscar la forma de no dejar a nadie atrás. La educación es la piedra angular de toda sociedad justa. Si no tenemos educación aspiramos a poca cosa”.