Digan lo que digan, en el Poder Judicial del estado de Puebla existe un cochinero administrativo, estructural y laboral, provocado por el gobierno barbosista, el cual no ha permitido ni la estabilidad, ni la paz, ni la tranquilidad que requiere esta instancia de gobierno.

Porque desde que Luis Miguel Barbosa Huerta, el finado exgobernador, metió la mano en aquel poder de estado, a través de una Reforma al Poder Judicial, las cosas se fregaron.

En su afán de controlar y mantener a raya a los tres poderes de gobierno, el exmandatario morenista se encargó de destruir la estructura que le daba certidumbre al Judicial.

Y peor aún, Miguel Barbosa envió a sus huestes a amenazar, someter y a administrar a jueces y magistrados para que se doblegaran y se rindieran a sus pies, a su yugo y ante su gobierno.

El amanuense barbosista encargado del trabajo sucio fue Carlos Palafox Galeana, quien fue nombrado por el Congreso del estado presidente del Consejo de la Judicatura por cuatro años.

Palafox Galeana, hay que recordar, fungía como el consejero jurídico del barbosismo, pero ahora estaría a cargo del Poder Judicial del Estado, conformado por los Tribunales Superior de Justicia, de Justicia Administrativa, la Sala Constitucional y los órganos auxiliares, durante cuatro años.

El pupilo barbosista tenía la encomienda de vigilar, evaluar y fiscalizar el desempeño del Poder Judicial, además de las funciones administrativas.

Pero no fue así.

Palafox se dedicó a hacer del Poder Judicial una sucursal de empleo para sus amigos y compadres, para los barbosistas y para quienes fueran de su agrado.

Hay que decir que el Consejo de la Judicatura entonces lo integraban cinco miembros afines a Barbosa: la jueza María Josefina Teresa Osorio Cuéllar, el magistrado Joel Sánchez Roldán, la secretaria de Acuerdos, Vania Giovanna Peñasco Sosa; la jueza Rosalba Elena Zárate Herrera y el mismo Carlos Palafox.

Así que a la llegada del grupo barbosista, el Poder Judicial del estado, junto con todos sus trabajadores, empezó a vivir su peor pesadilla.

De entrada, la oficina de Palafox cambió, se rodeó de colaboradoras jóvenes con sueldos exagerados y ofensivos para los trabajadores de base (de 40 a 60 mil pesos mensuales), e incluso contrató a una supuesta influencer para manejar sus cuentas de redes sociales, de nombre Scarlet Ivón Palacios Hevia.

Y mientras Carlos Palafox se promovía en medios de comunicación pagados, en las oficinas del Poder Judicial no había ni agua purificada, por lo que si la requerían los trabajadores, la tenían que pagar de su dinero.

Además, Palafox se enfrentó con la presidenta del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Margarita Gayosso Ponce, a quien intentó someter a su voluntad.

Por todo esto, los trabajadores del Poder Judicial se le manifestaron dos veces a fin de reclamarle sus abusos y su falta de apoyo para con ellos.

Todo esto generó la debacle y la caída de Carlos Palafox, quien desde luego siempre negó todo y se tiró al piso para tratar de lavarse las manos.

Y aunque en el Gobierno trataron de apoyarlo, todo el peso de sus acciones lo tiró de boca.

Es por ello que ayer los trabajadores del Poder Judicial volvieron a estallar, pues continúan las irregularidades, heredadas por Miguel Barbosa y CarlosPalafox, en su perjuicio.

El ajuste que les hicieron a su sueldo por el aumento del 6% no aplicó para todos y fue incluso una situación que provocó molestia, por lo que el paro de labores, ya aseguraron, continuará hasta que tengan una respuesta favorable.

Por cierto, uno de los detractores de Carlos Palafox, quien empujó y movió el Poder Judicial para que le fuese mal, fue el magistrado Ricardo Velázquez, exjurídico del barbosismo, quien ayer se mofó de los trabajadores diciendo que él ganaba más porque estudió también más que ellos.

Salió a dizque tratar de contrarrestar el paro de labores, pero los trabajadores lo regresaron por donde vino.

Así que ahora lo más seguro es que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina le entre al quite y trate de mediar en el asunto, por lo que tendrá seguir limpiando el cochinero que le dejó Miguel Barbosa en toda la estructura de gobierno.

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