El primer informe de labores del presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, resaltó, sin duda, por tres razones importantes: la primera, por la benevolencia del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta; la segunda, por los resultados, los cuales le cambiaron totalmente la imagen a la ciudad, y la tercera, porque reunió a toda la clase política poblana.

En lo personal, considero que la primera de ellas fue la más destacada porque sorprendió a propios y extraños, ya que el mandatario pocas veces bromea y es tan benevolente con alguien en público, sobre todo cuando antes ya lo ha criticado.

Empero, esta vez parece que se sentía cómodo y estaba bien y de buenas.

Alguien comentó, incluso, que el gobernador Barbosa regularmente se siente a gusto con Eduardo Rivera por aquello de su amistad de 22 años, por lo que incluso hasta se corrieron las apuestas en varias de las mesas de la comida que se celebró terminado el informe, a fin de pronosticar quién será el candidato de Morena al gobierno en 2024, y por quién se inclinará el mandatario.

Para sorpresa de muchos, la mayoría, por cierto, mencionó al Dr. José Antonio Martínez García, secretario de Salud del estado, como el posible as debajo de la manga del barbosismo para darle continuidad al actual proyecto de gobierno.

Al menos en cuatro mesas se coincidió con lo mismo, pues dijeron que es la “corcholata” menos política y, por ende, la menos desgastada, además de que el titular de salud empieza a penetrar más en la gente y a posicionarse como el funcionario más noble del gabinete.

Eso sí, los comensales, colegas periodistas e invitados especiales coincidieron en que una cosa es el posible candidato electo de Morena y otra cosa que este pueda ganar.

Particularmente, porque aún está el factor nacional, la opinión del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y los primos Alejandro Armenta Mier, presidente del Senado, e Ignacio Mier Velazco, líder de la bancada de Morena en San Lázaro.

Todo esto lo relacionaron con el buen ánimo del gobernador Miguel Barbosa y la generosidad para con Lalo Rivera, quien, sin duda, todos coincidimos, sería el abanderado de la oposición y una posible alianza, siempre y cuando los astros se alineen para el edil poblano.

Porque Eduardo Rivera, está claro, no irá a una derrota cantada, mucho menos a una elección en la que existan pocas posibilidades de triunfo, y eso depende de quién sea el candidato de Morena, ni tampoco si el gobernador está en desacuerdo con él.

En lo personal, me parece que la ruta de Lalo debe calcularse mediante una fórmula en la que todo cuadre para poder aspirar a ganar la gubernatura.

Y lo más conveniente para el presidente municipal de Puebla capital es llevar a Miguel Barbosa como aliado, cosa que se daría si ninguna de las “corcholatas” del mandatario asume la candidatura de Morena.

Es evidente que los afectos del gobernador no los tiene ni Alejandro Armenta ni Nacho Mier, por lo que en caso de que alguno de ellos fuese el gallo de Morena para la elección, es probable que el candidato de la oposición pudiera tener la posibilidad de ganar.

Porque en ese escenario, y ante las múltiples diferencias entre Barbosa y los primos Mier, en una de esas Morena se quiebra en el estado y le apuesta sus canicas al amigo del gobernador, para evitar que uno de sus enemigos llegue al poder y busque tomar venganza en su contra.

Los escenarios, hay que decirlo, son muchos y aún queda mucho tiempo para las definiciones.

La fórmula que busca Eduardo Rivera para asumir la candidatura aún debe ser estudiada, analizada e implementada, porque es mucho lo que se juega en 2024 y no es prudente ni conveniente asumir una derrota.

El edil, además, aún tiene la posibilidad de reelegirse en el cargo por otro periodo en caso de que no sea candidato al gobierno, para, posteriormente, entonces sí buscar la grande.

Más bien, en Morena está el gran problema, porque las distintas corrientes, al menos la de los armentitas, la de los nachistas, los claudistas y los barbosistas, no están dispuestas a ceder un milímetro de terreno y oportunidad para acaparar espacios en el próximo proceso electoral.

Y tampoco, por todos los agravios, están dispuestas a sentarse en la misma mesa a negociar el 2024.

El primer informe de Eduardo Rivera destacó porque fue el primero en volver a reunir a toda la clase política poblana tras la pandemia, a los representantes de los tres poderes, de los distintos sectores y a los líderes de los diferentes partidos en Puebla y el país.

Y sobresalió, también, porque con los primeros avances y resultados, ya logró recuperar la ciudad que Morena y Claudia Rivera Vivanco habían sumido en el olvido.

 

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