Continúan los esfuerzos institucionales de la IBERO Puebla para construir un espacio universitario seguro para todas las personas. Personal encargado de dar respuestas inmediatas comenzó el proceso formativo Transversalidad de la perspectiva de género, derechos humanos y pautas para favorecer la eliminación de las violencias universitarias.

Durante los próximos meses, las cabezas de instancias como Servicio Médico, Personal y diferentes comisiones se pondrán al día con las normativas estatales e institucionales para actuar frente a las faltas universitarias, siempre con un enfoque de género y derechos humanos. El espacio también allanará el camino para pasar de contar con una Procuraduría a tener una Defensoría de Derechos Universitarios.

La Universidad Jesuita busca responder a los signos de los tiempos a través de la formación en perspectiva de género y derechos humanos. El curso, que se enmarca en la Ley de Educación Superior (2021), pretende sumar al diseño de políticas que sean adecuadas para la garantía de mecanismos de justicia en el campus.

El Mtro. Mario Patrón Sánchez, Rector de la Casa de Estudios, invitó a los participantes a sumarse con sensibilidad y criticidad al aprendizaje colaborativo y a la ejecución de buenas prácticas en la plataforma de prevención de violencias. “La IBERO Puebla suscribe el compromiso de eliminar todas las condiciones de desigualdad de género dentro de nuestra Institución”.

Se pretende que el espacio formativo provea de herramientas necesarias para que cada colaborador pueda llevar a cabo un mejor desempeño de sus labores. La Mtra. Sara Alejandra Larios Santoyo, directora de Personal, animó a los participantes a aprovechar el curso para mejorar sus competencias profesionales.

Por su parte, la Mtra. Rosario Arrambide González, directora del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE), valoró el propedéutico como una muestra más del compromiso universitario por hacer realidad los derechos humanos al interior del campus y en sus espacios virtuales. “La violencia de género está presente. Nuestra responsabilidad es hacernos cargo de ella”.

Escuelas paritarias

En todos los estados del país, las mujeres constituyen más del 50% de las matrículas universitarias. Sin embargo, aún existen brechas en programas de estudio masculinizados. En áreas de tecnología, las mujeres representan una minoría; en cambio, enfermería es predominantemente femenina. Además, el porcentaje de profesoras en universidades es menor al de profesores.

Las universidades son espacios complejos colmados de desigualdades. En ellas se dan múltiples formas de relación interpersonal, lo que impacta directamente en la experiencia de las personas con base en la posición que ocupan dentro de la dinámica institucional. Así lo ilustró la Dra. Sonia Frías Martínez en la primera sesión del curso.

A decir de la investigadora de la UNAM, las violencias por razón de género se explican a partir del deseo de dominación con base en los mandatos del ‘ser hombre’ y el ‘ser mujer’. De acuerdo con la ENDIREH (2016), al menos 130,000 mujeres universitarias han recibido comentarios del tipo “las mujeres no deben estudiar”; a 87,000 las han ignorado o no las han tomado en cuenta en las actividades escolares.

“Es importante romper estos pactos patriarcales al interior de las universidades. […] Lo que necesitamos son respuestas prontas de las autoridades ante situaciones de acoso u hostigamiento”: Dra. Sonia Frías.

Pero la violencia no se queda en la retórica. La misma encuesta revela que 45,000 estudiantes tuvieron miedo de vivir un ataque sexual por parte de alguien de la universidad. Además, 51,000 sufrieron tocamientos y al menos 8,000 fueron violadas. Como rito de hartazgo, las alumnas montaron los conocidos ‘tendederos del acoso’, espacios que visibilizaron las violencias vividas por las mujeres en los contextos escolares.

Frías Martínez indicó que el principal desafío para las universidades es transversalizar la perspectiva de género en todo su quehacer. Este proceso busca que todas las personas puedan beneficiarse de las acciones universitarias de la misma manera al reconocer las inequidades históricas.

Recomendó incorporar la perspectiva de género en el currículo para contemplar las formas en las que los mensajes académicos, sociales y culturales que se comunican en las aulas contribuyen a la construcción de imaginarios desiguales. “Cada vez más en algunas universidades se está incorporando el género en los programas de estudio”, celebró.

Para prevenir las violencias contra las mujeres se debe visibilizar y desnormalizar toda forma de agresión. Suprimir los machismos cotidianos, comentó la experta, ayudará a romper el espiral de violencias cuyo culmen es el feminicidio. Al mismo tiempo, las instituciones deberán redoblar esfuerzos para superar las resistencias al cambio y a la pérdida de privilegios.

La prevención de las violencias de género es una asignatura que corresponde a todos los grupos que conforman las universidades. Los movimientos de mujeres han impulsado la actualización de las normativas; corresponde a toda la comunidad que se acaten.