-Alfonso González-

La guerra interna en el PAN ya rebasó los límites del propio partido, lo inesperado y lo que militantes y ciudadanos -comunes y corrientes- habían imaginado.

Parecía que ante la muerte de la familia Moreno Valle a Acción Nacional volvería la paz y tranquilidad, la cordura, la sensibilidad, la cordialidad, el compañerismo y la unidad que se tuvo antes y se había perdido.

Sin embargo, no fue así.

Por el contrario.

Hoy el panismo está colapsado, entrampado, dividido y fragmentado.

Es un partido al que ya no se le ve forma por ningún lado.

¿Y así criticaban al PRI?, por favor.

Las acusaciones entre los grupos panistas está a su máxima expresión y, lo peor, al Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que encabeza Marko Cortés Mendoza, parece no importarte en lo más mínimo.

¿Qué estará pensando?

Son dos los bloques opositores que desean el control del PAN poblano: el de Genoveva Huerta Villegas, ex dirigente, diputada federal con licencia y quien parece llevar ventaja en la justa interna.

Y el grupo antagónico, el del presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, quien a través de Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández y Marcos Castro Ramírez, desean arrebatarle la dirigencia panista a lo que queda del grupo morenovallista.

Ni Genoveva, ni Lalo van a ceder posiciones.

Están peleados a muerte, y así esperan, también hasta morir, la elección del próximo domingo 14 de noviembre.

Se han acusado de todo, y nadie, al parecer, pretende doblegarse.

Nunca antes en la historia del PAN se había visto una disputa tan dura, ofensiva y grave.

Está claro, además, que quien se quede con la dirigencia del PAN le hará la vida imposible a su rival. Y el más perjudicado, sin duda, es Lalo Rivera por lo que viene en 2024.

Él es el que pierde más si la dupla Augusta-Marcos es derrotada.

Contrario a eso, Genoveva y su grupo se van a empoderar porque tendrán la sartén por el mango de cara a la sucesión en la gubernatura del estado.

Y esta vez no habrá tregua ni pacto.

Aunque, me pregunto, ¿Quién se beneficia con la guerra fratricida del PAN?

Sobre todo, porque con el partido desfondado, peleado y roto sería muy difícil llegar con posibilidades de triunfo al 2024. Morena los aplastaría con los números que tiene a la fecha.

De entrada, ¿Qué partido aceptaría una alianza sin Lalo Rivera, como el mejor perfil del PAN, para la sucesión gubernamental?

¿Quién aceptaría, además, firmar una alianza con un PAN sin la estructura de Genoveva, si es que, como se ve, gana la elección interna?

Es evidente que a Morena y a la 4T, a su diputado federal Ignacio Mier Velasco, líder de la bancada en San Lázaro; y hasta al mismo senador Alejandro Armenta Mier, quienes buscan la candidatura de su partido para la gubernatura les conviene un PAN despedazado.

Me parece que ni al gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, le encaja que el PAN esté en la lona.

Más aún si ve con simpatía la posible candidatura al gobierno de Lalo.

Y es que Alejandro Armenta y Nacho Mier, hay que subrayar, son sus enemigos.

Por lo que no pretende dejarle, ni en sueños, a ninguno de los dos la silla que ocupa.

Y hasta el momento tampoco parece tener gallo, si no es Lalo.

Se están dando con todo y aún ni siquiera llega la elección.

Una elección, sea cierto o no, ya manchada por el fantasma de la trampa y la corrupción.

Ojalá que en el PAN recapaciten, se apliquen y se aplaquen, porque a la 4T le encanta su pleito.

Están viendo y no ven, dijera el clásico.