Es una pena y una vergüenza que los partidos políticos pretendan seguir engañando a los ciudadanos con el viejo truco del candidato famoso y popular sólo para lograr votos.

Sólo para asegurar su 3 por ciento de votación, de entrada, y poder salvarse de la extinción, tal como lo marca la ley electoral.

Es el caso del Partido Verde Ecologista de México en Puebla (PVEM), un organismo político que históricamente ha vivido de la negociación, del clientelismo, del oportunismo y de lo que sus aliados le regalan.

Porque los mirreyes del partido del tucán lo único que han hecho bien en la política es hacer negocio, volverse ricos, o fifís, como ahora les dicen, vivir bien y disfrutar de las canonjías que les deja meterse a la política.

Son muchos los escándalos -locales y nacionales- protagonizados por los dirigentes del partido que ni es ecologista, ni ambientalista, ni hace política de calidad, ni mucho menos cuenta con un proyecto serio de gobierno.

Ayer el PVEM, su dirigente nacional, Karen Castrejón Trujillo, acompañada de Jaime Natale Uranga, heredero del trono que dejó su primo Juan Carlos Natale López en el estado, presentaron como su candidato al Ayuntamiento de Puebla a Roberto Ruiz Esparza, el famoso “Capi”, ex jugador de fútbol del Puebla de la franja.

Y fueron varias las reacciones de los propios poblanos al conocer la decisión del partido del tucán, porque el futbolista es el menos culpable de sus múltiples candidaturas y de su paso por la política.

El Capi ha sido candidato de todo mundo.

Porque ahora que cualquier ex deportista, artista de la farándula o personaje popular que descubre que como figura puede arrendarse, hacer negocio y al mismo tiempo, con mucha suerte, sacarse la lotería con un cargo público ni modo que se niegue.

Allí está el famoso Cuauhtémoc Blanco Bravo, ex jugador del América y hoy gobernador de Morelos, un estado hundido en la inseguridad y en el abandono porque está administrado por un ex futbolista que se sacó la rifa del tigre, y que no sabe nada de administración pública.

Ese es el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer en la política, pero lo que sí hacen los partidos, incluido Morena, sólo para ganar y subsistir, engañando al electorado.

Afortunadamente, los poblanos, y el resto de los mexicanos, ya no nos tragamos tan fácil el cuento del candidato famoso que reparte fotos, regala balones, playeras y toda clase de artículos para que lo apoyen a convertirse en gobernante.

Los tiempos, las graves circunstancias políticas, sociales y económicas del país ya no están para eso.

Los ciudadanos, hoy por hoy, debemos ser más reflexivos, inteligentes, maduros, electoralmente hablando, y exigentes con los partidos y los candidatos.

Y siendo sinceros me pregunto ¿qué deportista, artista o personaje popular ha hecho algo por Puebla, tan sólo durante la pandemia?

Ya ni siquiera en el pasado; por qué no nos preguntamos recientemente en qué han ayudado a los poblanos estos famosos personajes si tan preocupados están por la capital y por todo Puebla.

El de mi querido amigo el Capi Ruiz Esparza es el mismo caso de José Luis Sánchez Solá, el famoso “Chelis”.

Sí, son futbolistas o ex futbolistas, y muy famosos, nos dieron muchas satisfacciones por sus hazañas como glorias del deporte, pero hasta allí.

Esa vieja historia ya es cosa del pasado, y hoy de nada nos sirve.

Y tal vez sean más populares, sí, que los políticos de hoy, quienes siguen arrastrando la mala reputación que les dejaron sus antecesores, pero esto no sirve de nada a la hora de gobernar y de resolver las necesidades de la gente.

Me parece que los partidos deben dejar de engañar a los ciudadanos con falsas promesas, con candidaturas de “famosos” que no abonan en nada al desarrollo y crecimiento de una región.

Y los ciudadanos debemos estar más atentos para que ya nadie intente tomarnos el pelo, porque de lo contrario seguiremos sufriendo las consecuencias de nuestros votos no estudiados o analizados.

¿O hasta cuándo vamos a crecer como sociedad, como país y como mexicanos?

¿Nos vamos a seguir conformando con el populismo y el teatro?

¿Quién dice yo, y me responde?

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