Los partidos en Puebla, incluyendo al que gobierna el estado (Morena), sufren una crisis importante que no han podido superar desde hace ya varios años.

Un trance que por más que quieran disimular se les nota.

Lo grave para estos partidos, en su mayoría, es que los tiempos electorales, de cara a los comicios federales que se celebrarán en 2024, se acortan.

En Morena, por ejemplo, el barbosismo fue relegado por la era salomónica.

Y era de esperarse, porque la supuesta clase política que todo mundo presagió, teniendo como líder al difunto mandatario Luis Miguel Barbosa Huerta, apenas les duró un suspiro.

Tan grave y desastrosa fue aquella gestión que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina tuvo que llegar al gobierno a enmendar lo poco que había quedado, particularmente el manejo y administración de los recursos públicos.

Y apenas pudo rescatar la construcción de la nueva sede del Congreso del estado en la zona de los Fuertes de Loreto y Guadalupe, porque esa era la única que podía reforzarse, replantearse y presentarse como un verdadero proyecto de su gobierno.

Y así fue.

Sin embargo, y aunque Sergio Salomón es un político magnánimo ni el barbosismo, ni un par de grupillos más de Morena están conformes de cómo se están haciendo las cosas.

De hecho el barbosismo se resiste a dejar sus fueros.

Ya tiene a puro soldado y subordinado incrustado en la administración salomónica pero aún así se resiste a la extinción.

Y si a esto le sumamos los pleitos entre los aspirantes a la candidatura al gobierno, Alejandro Armenta Mier, Ignacio Mier Velasco y Julio Huerta Gómez ,las cosas en

Morena se complican.

Los primos Mier, aunque lo nieguen no pueden verse ni en pintura, lo mismo que Julio Huerta y Nacho Mier.

Mucho menos son afines al grupo de Claudia Rivera Vivanco, otra de las aspirantes, quien está acotada y marginada de Morena por decisión del barbosismo y la líder en Puebla, Olga Lucía Romero Garci Crespo.

Empero, hay otros frentes en el partido de la 4T que pudieran hacer ruido a la hora de la repartición de las candidaturas y al momento de tratar de unificar fuerzas de cara al 2024, tales como el que encabeza el exsecretario de Gobernación, David Méndez Márquez.

Se antoja difícil la situación en Morena.

Y lo mismo sucede en el PAN, donde nada más no han logrado conciliar y reconciliar entre el grupo del presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, y el de la exdirigente panista y actual diputada federal, Genoveva Huerta Villegas.

Estos dos bandos se siguen jaloneando, insultando, amenazando y midiendo porque uno y otro quiere la candidatura de una posible alianza con el PRI y el PRD al gobierno del estado.

No se ve de qué forma pudieran aceptarse y/o unificarse el yunque y lo que queda del morenovallsmo.

Y si hablamos del PRI las cosas están igual o peor.

En el expartidazo no atan ni desatan.

Todo mundo ha emigrado a Morena, particularmente.

En Puebla, por ejemplo, el PRI es una marca, ya ni partido, al servicio del poder.

No se mueve si antes no lo consulta.

El único baluarte de priismo poblano, actualmente, es el empresario Pepe Chedraui, quien quiere ser presidente municipal de Puebla.

Porque con el quemón del marinismo, el PRI prácticamente quedó muerto.

Otro partido más que parecía se despegaba, pero que valió sombrilla una vez que se dividió a nivel nacional por las corcholatas presidenciables, es el Verde Ecologista de México (PVEM).

En el Verde existe el grupo de los primos Natale, Jaime y Juan Carlos, quienes poseen la concesión del partido ecologista en Puebla, y ahora el de Manuel Velasco Coello y los Gali, Tony Jr. parta ser exactos.

Los Natale, entre otras cosas, están con Marcelo Ebrard Casaubón, y los Gali con el “Güero Velasco”.

Lo mismo sucede en Movimiento Ciudadano, pues su aún dirigente, Fernando Morales Martínez, se agarró del chongo con Ernesto Guerrero Aguilar, algo así como el exsecretario general del movimiento naranja.

Ambos han hecho lo posible por despedazarse con el objetivo de quedarse con el partido y la dirigencia en Puebla.

Y finalmente, porque la lista es larga, está el PRD.

En el sol azteca el grupo dominante es del actual presidente, Carlos Martínez Amador, y el que quiere pero no puede lo encabeza Roxana Luna Porquillo. Ambos, dijera el clásico, no se tragan ni tantito.

¿Hay o no hay crisis partidista en Puebla?

Y lo grave no es eso, ¿más bien me pregunto si así piensan llegar al 2024?

A ver si es cierto que pueden.

Al tiempo.

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