Mucho se ha dicho y escrito sobre el encontronazo que librarán y protagonizarán algunos de los candidatos que participarán en los próximos comicios, particularmente aquellos que buscan los cargos más importantes.

Tal es el caso de los aspirantes por la capital del estado por parte de las coaliciones Morena-PT-PVEM-FxM, representada por José Chedraui Budib, mejor conocido como Pepe Chedraui; y por la alianza PAN-PRI-PRD-PSI, encabezada por Mario Riestra Piña.

Que si ambos tienen el mismo perfil de candidato, que si será una guerra electoral de billetazos, que si uno es más simpático, que si el otro tiene más amigos empresarios, o hasta que si a uno lo van a dejar solo el día de la elección.

Todo esto ha desatado la guerra de encuestas en la capital por el Ayuntamiento de Puebla, incluso algunas empresas ya dan por ganador a su cliente y por perdedor al de enfrente.

Se ha dicho de todo.

Sin embargo, poco se han estudiado los efectos y la repercusión que tenga los pillastres de los partidos, quienes se han valido de su cargo para gobernar y para abusar de las arcas del estado.

Es decir, nos hemos concentrado en ver los pros y contras de los aspirantes pero hemos hecho a un lado la afectación que pudiera dejarle a los candidatos de los distintos partidos políticos sus peores correligionarios.

El mejor ejemplo es el exgobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, quien fue prácticamente un dictador en Puebla, que gobernó con el hígado, con odio, con rencor y con coraje contra quienes lo contradijeran.

Y lo digo porque apenas ayer la Auditoría Superior de la Federación (ASF) entregó su reporte a la Cámara de Diputados en el que se reveló que el último año de gobierno de Miguel Barbosa Huerta habría dejado, entre otras cosas, un probable daño patrimonial al estado de Puebla por más de 447 millones de pesos.

Según el documento, correspondiente al tercer informe de la cuenta pública de 2022, el Gobierno de Puebla no entregó la documentación probatoria de la adquisición de diversos bienes y servicios.

La falta de comprobantes se dio antes que el exgobernador muriera, el pasado 3 de diciembre de 2022, por lo que el daño ascendería a 265 millones 053 mil 098.50 pesos.

Asimismo, hubo casos en los que no se mostraron facturas o pólizas de pagos, por montos de entre 6, algunos, y otros de casi 10 millones de pesos, por lo que el daño patrimonial relacionado con servicios no especificados fue por 27 millones 679 mil 498.52 pesos.

Y si le rascamos, como dijera Raúl Velazco, “aún hay más”.

Me pregunto ¿afectará esto a los candidatos de Morena en Puebla?

¿Habrá repercusión y voto de castigo para el partido de la 4T y sus candidatos?

¿Están listos los poblanos para seguir apoyando a Morena en las urnas?

Y si a esto agregamos el fracaso de la gestión morenista en la capital, encabezada por Claudia Rivera Vivanco, la cosa se pone peor.

¿Podrá Pepe Chedraui, el coordinador y candidato de Morena en la capital, llenar la exigencia y expectativa de los poblanos?

Vaya reto que tiene el empresario.

Sin embargo, para desgracia de la oposición, también está el factor Mario Marín Torres, el exgobernador priista que aún permanece en la cárcel por haber ordenado la detención y encierro de la periodista y escritora Lydia Cacho Ribeiro.

La maldición del marinismo siempre ha perseguido al PRI y a sus aliados en todo proceso electoral.

En Puebla, de hecho, eso fue lo que acabó con el gobierno del PRI y su hegemonía.

Mario Riestra es el candidato del mentado Prian y corre el riesgo de ser enjuiciado en la elección por el marinismo y su aliado el PRI.

¿Podrá superarlo?

¿Qué responderá si la gente le pregunta por qué lleva al PRI como aliado?

Es el riesgo que llevan en la capital los principales candidatos.

Arrastran une herencia maldita que les va a pesar y que tendrán que librar de alguna forma.

Y en la lucha por el estado sucede lo mismo.

¿Quién de los candidatos podrá enfrentarlo?

¿Quién tiene patas para gallo?

Vayan preparando sus palomitas que esto ya se puso bueno.

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