En Morena, las cosas se están complicando por la lucha interna entre los distintos grupos y aspirantes a las nueve candidaturas a los gobiernos de los distintos estados para 2024.

Y vaya que el huracán Otis les vino a complicar las cosas con la tragedia provocada en Acapulco, donde verdaderamente se vive un infierno, días de angustia, de escasez y de falta de apoyo en todos sentidos.

De sobra está decir que el Gobierno federal actuó con lentitud, sin estrategia, sin idea y con severas deficiencias.

Empero, lo que realmente se le ha salido de control al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es el proceso que lleva a cabo su partido para definir candidatos en los nueve estados donde se tendrá que renovar el gobierno.

Se dice que el problema más serio está en la Ciudad de México (CDMX) y en Puebla, donde al presidente no le cuadran los números de las encuestas para catapultar a sus favoritos.

Lamentablemente para él, esto ha provocado una lucha interna que podría dejar como saldo el riesgo de la derrota.

Me queda claro que AMLO va a gobernar, a mandar y a imponer su ley hasta el último día de su gobierno, por lo que aunque Claudia Sheinbaum Pardo sea la candidata presidencial de la 4T, por ahora los chicharrones del presidente son los que truenan.

De lo contrario, López Obrador sería capaz de enfermar a su virtual sucesora, quien tiene claro que tampoco se le puede subir a las barbas a quien la hará la primera presidenta de México.

Los tiempos, las formas y la decisión final en las nueve candidaturas a los gobiernos que se renovarán el próximo año es de AMLO y de nadie más.

Es por ello que se ha postergado la fecha de los resultados de la encuesta madre, la cual definirá quiénes serán las candidatas y los candidatos, sin posibilidades de que se pueda revertir el resultado.

Morena está buscando la forma de evitar un cisma una vez que se revele a los ganadores de las encuestas y a quienes serán los abanderados de Morena en 2024, mismos que buscarán aportar el mayor número de votos a la candidata a la Presidencia.

Aunque no se ve, por ejemplo, cómo es que Clara Brugada podría ganarle la encuesta a Omar García Harfuch, por lo que López Obrador, aseguran, está tratando de revertir la percepción en la CDMX, tratando de dañar la imagen del aspirante, para hacer ganar a su preferida.

Eso mismo, aseguran, está repitiendo en otros estados donde sus gallos no han logrado despuntar, por lo que muy inteligentemente ha dejado correr la versión de los mentados premios de consolación.

A estas alturas, no veo cómo es que Morena va a convencer al senador Alejandro Armenta Mier para declinar por su primo, el diputado federal Ignacio Mier Velazco, a fin de que sea el candidato en Puebla.

Ni tampoco veo cómo es que Nacho le podría levantar la mano a Armenta, en caso de que este sea el elegido.

Y menos veo a los primos haciendo campaña para Olivia Salomón Vibaldo en caso de que ella fuera la elegida, si es que en Puebla va mujer. Mucho menos para Claudia Rivera Vivanco.

OK, ya dijo Mario Delgado Carrillo, líder nacional de Morena, que el Senado es el premio de consolación para los que no sean candidatos a gobernadores, ajá, una posición, ¿y que más habrá para el resto de los aspirantes que queden fuera?

¿Cómo garantizar, si tampoco les toca el Senado, que van a hacer campaña para Morena?

¿O cómo saber que no apoyarán al candidato de la oposición?

Al presidente AMLO y a Morena ya se les hizo bolas el engrudo, evidentemente.

Se les complicó de más la cosa por andarle jugando al vivo.

Por querer falsear la democracia.

Amenaza el fantasma de Ricardo Mejía Berdeja, quien hizo perder a Morena en Coahuila, el proceso interno de Morena.

A ver si no les pasa lo mismo.

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