Todo mundo se ha enfocado en alardear, presumir y cacarear las cuatro propuestas votadas el fin de semana pasado por el Consejo Estatal de Morena para la coordinación estatal de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación.

Que si Julio Huerta Gómez fue el más votado y el gran beneficiado, que si el diputado federal Ignacio Mier Velazco fue el verdadero ganador porque arrebató 44 consejeros a quien supuestamente controlan el máximo órgano morenista del estado.

Que si el senador Alejandro Armenta Mier ya vivió su primer fracaso y está a punto de quedar fuera de la competencia, que si el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina logró colar a sus tres corcholatas con las que juega (Olivia Salomón Vibaldo, Lizeth Sánchez García y el propio Julio).

Que si Claudia Sheinbaum Pardo, coordinadora nacional de los Comités de Defensa de la 4T, ya sentenció que solo serán seis y no ocho los aspirantes que serán medidos en la encuesta final; que si ya hay línea, que ya existe un favorito, que si es hombre y no mujer, en fin.

Lo cierto es que a pesar de la decisión y las propuestas del consejo balín de Morena aún existe duda y mucha especulación, porque la última palabra, quien decidirá al abanderado de la 4T para disputar el Gobierno de Puebla, la tiene la Comisión Nacional de Elecciones (CNE).

Es decir, el resultado obtenido en la votación del consejo morenista, tal como lo confirmó Mario Delgado Carrillo, solo es una sugerencia que la dirigencia nacional de Morena podrá aceptar o modificar según lo considere.

Porque la encuesta de reconocimiento y la manga del muerto son lo mismo.

Debería ser un hecho que tanto Alejandro Armenta como Claudia Rivera Vivanco sean incluidos en la encuesta final porque son los morenistas, hombre y mujer, mejor posicionados.

Y si en Morena quieren que su proceso brille de pulcro, democrático y transparente, entonces esto debería ser así.

Me parece una estupidez que el consejo morenista en Puebla sea un referente para definir al próximo candidato de Morena al Gobierno de Puebla.

Sobre todo porque ese consejo fue operado, armado y consolidado por Julio Huerta y el exoperador barbosista Eric Cotoñeto Carmona, por lo que no había mucho que analizar para saber quién sería el más beneficiado en una votación.

Lo interesante fue observar cómo Nacho Mier arrebató 44 consejeros, a pesar de todas las trabas impuestas para tratar de detener y evitar su avanzada.

Está claro que el consejo de Morena ya no es barbosista sino mayoritariamente de la era salomónica, aunque tampoco está controlado al cien por ciento por el primer morenista en el estado.

Todo el arranque del proceso cuatrotero poblano se ha centrado en el análisis de quién podría ser el aspirante o la aspirante para 2024.

Empero, nadie ha mencionado nada sobre el veto del gobernador Sergio Salomón, es decir, sobre el aspirante que no será beneficiado por convenir así a los intereses del grupo en el poder.

Y también está claro a quién frenaría el mandatario de las cuatro propuestas por simplemente garantizar su tranquilidad, la de su grupo, su futuro político y su cierre de gobierno.

¿Quién, entonces, le garantiza, y quién no, al gobernador un pase de gobierno, una transición decente y tranquila?

¿A quién vetaría el mandatario?

Ese es un buen tema para el análisis, porque en política todo cuenta y si en Morena aplican aquello de “gobernador no pone gobernador”, entonces sí cabría la posibilidad de “gobernador sí veta aspirante o candidato”.

Por lo pronto, en Puebla ya se cumplió el proceso para enviar a Morena nacional los primeros cuatro aspirantes al Gobierno de Puebla, por lo que ahora la CNE deberá agregar a dos más para que sean seis.

Y, cuidado, porque la guerra cuatrotera de los morenos apenas empieza.

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