No cabe duda que las circunstancias políticas en Puebla cambiaron nuevamente en un mes de diciembre, vaya sorpresas que da la vida.

Quién iba a pensar que el hoy gobernador, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, iba a convertirse en el mandatario estatal porque él era quien gozaba de todas las confianzas del ex gobernador, Luis Miguel Barbosa Huerta (qepd), y de toda su estructura.

Sin embargo, lo más sorprendente, es que nadie habría pensado que el mandatario estaría, junto con el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, arrancando acciones en la capital y reinventando la administración estatal con la inauguración de obras.

Vaya giro de 360 grados que dio la política poblana.

Por eso refiero que la nueva dupla Sergio Céspedes y Eduardo Rivera es explosiva.

Y hay muchas razones para manifestarlo.

La primera y la más importante, tal vez, es que el escenario político-electoral de cara al 2024, momento en que se renovará la gubernatura del estado, particularmente, parece estar dado para que esa misma dupla camine, avance y culmine en un acuerdo de beneficio compartido.

Porque quedó claro que el barbosismo hizo todo lo posible para evitar que ante el fallecimiento de su líder, la federación y sus opositores en Morena metieran las manos para quedarse con la gubernatura del estado.

Los operadores barbosistas, tanto morenistas como de la oposición, tejieron fino e hicieron todo para que Sergio Salomón fuese designado como nuevo gobernador sustituto.

Y lo es legalmente en todos sentidos.

Porque los riesgos de perder mucho tiempo en esa definición le podrían haber costado muy caros al barbosismo.

Sobre todo por sus enemigos en su partido político, ya que el grupo que sigue gobernando Puebla es aún de mayoría pero no necesariamente morenista.

Y es precisamente por este motivo que Sergio Salomón debe fortalecer al grupo que lo encumbró como gobernador, utilizando sus dotes como un político profesional, conciliador, negociador y astuto, como últimamente se ha visto.

¿O a poco creen que el barbosismo confiaría en la estructura de sus opositores en Morena para ganar y mantener el poder en Puebla?

Para nada, resulta todo lo contrario porque los agravios a sus contras, dicen, no se olvidan porque fueron muchos.

Así que parece muy lógico que al terminar la chispa de las mentadas “corcholatas” en Puebla, las cuales ya no trascendieron por mil razones, el barbosismo dependa ahora de un perfil realmente competitivo para poder trascender, sobrevivir y tratar de mantener el poder.

Es por ello que dice mucho la dupla que conforman el ahora gobernador Sergio Salomón y el edil Eduardo Rivera.

Y es que me pregunto ¿en quién podría confiar más el barbosismo y el gobernador Céspedes una vez llegados los tiempos y la definición de los candidatos al gobierno de Puebla?

¿Quién podría garantizar la continuidad de los proyectos estatales, el respeto al grupo político que hoy gobierna, el apoyo para impulsar nuevos proyectos futuros, incluso para el propio gobernador, pero particularmente la venganza cero, la no persecución y hasta posibles detenciones por venganza?

¿Qué opina el respetable?

¿Quién podría pactar sin rencores?

¿Será Eduardo Rivera?

¿Lo haría el senador Alejandro Armenta Mier?

¿O, en su caso, el diputado Ignacio Mier Velasco?

La responsabilidad y el papel que juega el gobernador Sergio Salomón Céspedes es de suma importancia para lo que se viene en 2024, todo mundo lo sabe.

Empero, ¿con quién estaría dispuesto a jugar el barbosismo en la víspera de los próximos comicios?

¿Qué resultaría más conveniente, fortalecer un proyecto maduro y con posibilidades de triunfo, o empezar de cero a empujar a un nuevo personaje?

Bien dicen que en la política no hay casualidades.

El primer evento inaugural de una obra entre el gobernador Sergio Salomón y el presidente Eduardo Rivera tiene muchas lecturas.

Eso sí, la principal es que hay entendimiento y una buena relación entre ambos gobernantes.

Y si a esto sumamos que en Morena en Puebla se empieza a dar ya el surgimiento de un grupo paralelo a la actual dirigencia que encabeza Olga Romero Garci Crespo, los hechos y los mensajes se empiezan a hilar.

Por cierto, Claudia Rivera Vivanco ya juró y perjuró que son tiempos de guerra, de que corra sangre, de cobrar facturas y de tomar venganza.

Dicen que muchos le apuestan a una noche de cuchillos largos en Puebla.

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Y a propósito de los aspirantes al gobierno de Puebla en Morena, el diputado Ignacio Mier Velasco, quien se mantiene como uno de los operadores del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ya cuenta con el apoyo de Fernando Manzanilla Prieto, a quien le adjudican varios pecados políticos como la impugnación de Sergio Salomón Céspedes Peregrina como gobernador sustituto de Puebla.

Dicen que el ex diputado federal no quería abrir su juego a favor de nadie, pero que ya existe un acuerdo para que la estructura que posee apoye a Nacho Mier, quien se mantiene en la puja de cara al 2024.

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No cabe duda que dos de los peores funcionarios públicos que trabajan en Puebla son la presidenta municipal de San Martín Texmelucan, Norma Layón Aarún, y el titular de recursos humanos de Huauchinango, Aldo Barrios González.

La primera, aunque antes gozaba de impunidad, quién sabe por qué, hoy podría caer ante su insensatez, despotismo, altanería y fracaso como edil de uno de los municipios más importantes del estado.

Y es que no ha podido acabar con la inseguridad en su región, ni con la impunidad en su gobierno, pero sigue despotricando contra los medios. Ayer, corrió a un reportero que pretendía cuestionarla varias veces, por lo que lo encaró y lo corrió de su conferencia mañanera.

Y en el caso del Aldo Barrios, titular de recursos humanos de Huauchinango, este sujeto se da el lujo de viajar en helicóptero cuando en su municipio, gobernado por Rogelio López Angulo, aún se les debe a los policías la mitad del aguinaldo.

Ojalá que el gobernador Sergio Salomón Céspedes ya le ponga un alto a estos malos servidores públicos y a sus excesos.

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