Al gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta no le ha temblado la mano para cortar cabezas y destituir a los funcionarios que no le sirven, y que asumen un doble juego para sacar provecho político y personal en el servicio público.

Su plan contra la corrupción, pero sobre todo contra la traición y deslealtad, va muy enserio.

Ya vimos que es implacable, y no perdona.

Ayer, el ahora ex titular de la Secretaría de Movilidad y Transporte, Guillermo Aréchiga Santamaría , fue puesto de patitas en la calle por presuntas irregularidades en su gestión como integrante del gabinete estatal.

Y aunque su salida, trascendió, fue más escandalosa por los motivos que se dio su cese, lo cierto es que el relevo se suma a los 15 cambios que se han dado en la estructura de gobierno y en el círculo cercano al mandatario.

¿Cuál habrá sido el pecado de Aréchiga, a quien la suerte no lo acompaña desde los gobiernos morenovallistas de donde salió por cuerdas como funcionario?

Lo mismo le sucedió en el Partido Nueva Alianza (Panal), donde hizo su carrera política junto a la maestra Elba Esther Gordillo Morales , quien siempre lo respaldó y lo vio como una de las figuras políticas más destacadas de su grupo.

Por cierto, a Guillermo Aréchiga ni lo desalojaron con violencia, ni lo detuvieron, ni lo retuvieron, ni lo interrogaron, ni mucho menos lo encañonaron a la hora del retiro de sus oficinas.

Se fue de la dependencia, aseguran, por una instrucción del gobernador Barbosa, por el bien de su gobierno y por mejorar la dependencia, esa que todavía le sigue debiendo mucho a los poblanos porque nomás no se ordena.

Está claro que de nada sirvió que Guillermo Aréchiga estuviera desde que arrancó la administración, luego de que la designación de Carlos Urbina Tanús se cayera por una declaración hecha a los medios, relacionada con el alza a la tarifa del pasaje.

El transporte en Puebla sigue abandonado, infestado de inseguridad, de mal servicio, de una tarifa muy cara y de muchas carencias, incluida la mentada modernización que prometió el ex secretario pero que nunca llegó.

Así que el gobernador le aplicó a Aréchiga aquello de “no me ayudes compadre”, y ordenó su salida por nulos resultados en su gestión. Barrió con el ex funcionario y su sequito de colaboradores.

Seguramente, hoy el titular del Ejecutivo va a esclarecer los motivos que provocaron la salida de Aréchiga del gobierno, un despido anunciado que trascendió incluso desde el año pasado.

Y es que al ex colaborador morenovallista, dicen, ya lo sostenían en la dependencia un par de alfileres, los cuales ya no soportaron más tanto problema y nulo resultado, particularmente por el tema del transporte.

Habrá que recordar que la baja de Aréchiga fue igual a la del ex titular de Puebla Comunicaciones, Pedro Gómez Castillo , quien confabuló en contra del gobernador y de Verónica Vélez Macuil, titular de la Coordinación General de Comunicación y Agenda Digital, y una de las mujeres de mayor confianza del mandatario.

En aquel momento, a Pedro Gómez también lo desalojaron de sus oficinas con policías, además que le confiscaron documentos, computadoras y demás aparatos personales, propiedad del gobierno de Puebla.

Recientemente, se dio el relevo, también, de David Méndez Márquez , como Secretario de Gobernación. En su lugar quedó Ana Lucía Hill Mayoral , tal vez ahora la segunda mujer de más confianza del gobernador Barbosa, luego de su jefa de comunicación.

Otro cambio que sufrió en los últimos meses el gabinete barbosista fue en la Secretaría de Turismo, donde despachaba Vanessa Barahona de la Rosa , quien fue sustituida por Marta Teresa Ornelas Guerrero.

Por último, se habla de la sustitución del consejero jurídico, Ricardo Velázquez Cruz , ex colaborador del gobierno marinista.

Ya veremos si la guadaña gubernamental continúa.

Porque evidentemente en el gobierno parecen tener claro aquello de “renovarse o morir”.

Sobre todo, porque, a dos años de gestión, se tiene una pandemia que agudiza las malas noticias en el estado y ahora un gabinete que constantemente se está renovando.

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