En las últimas semanas, la noticia principal fue el Popocatépetl, mismo que ha tenido alerta a los investigadores del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), por lo que se cambió el semáforo volcánico a Amarillo Fase 3, una de las principales consecuencias de la actividad del coloso es la caída de ceniza. 

En días pasados, la lluvia que ha caído en Puebla, inevitablemente, estuvo mezclada con ceniza que el volcán arrojó al ambiente, y sus agentes químicos también se encuentran en el aire, provocando que este tipo de gases lleguen a otros puntos del país. Además, la acumulación de ceniza podría provocar lluvias ácidas, mismas que tienen un efecto negativo para la salud y el medio ambiente.

Un proyecto de investigación de la BUAP realizado por Diana Atonal Sandoval, expuso que la lluvia “natural” o “normal” de Puebla se puede volver ácida si entra en contacto con algunos factores, como sería el caso de la contaminación del aire por los gases de efecto invernadero, pero también por la ceniza volcánica. 

Ceniza

Foto: esimagen.com/ Anel Esgua

El agua de la lluvia se vuelve ácida gracias a la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera, mismo que se transforma en ácido carbónico, esto termina por alterar el pH del agua, lo que altera su composición natural. Algunos de los ácidos que pueden encontrarse en el ambiente son el ácido nítrico (NO2) y ácido sulfúrico (SO2), estos se diluyen en vapor de agua, provocando que la lluvia, nieve o niebla se vuelva ácida.

Entonces, de manera resumida, la lluvia se vuelve ácida cuando entra en contacto con los gases y ceniza que arroja el coloso, factores que, mezclados con la humedad del aire, contaminan el agua de las precipitaciones.

Este tipo de tormentas podría provocar irritación en los ojos y afectaciones en las vías respiratorias; sin embargo, no lastima la piel, los más afectados por la lluvia ácida son niños y adultos mayores. Puede dañar algunos equipos esenciales para cultivos, oxidar algunos metales, entre otras adversidades.

Algunos de los impactos sobre el ambiente se dan después de años de exposición a la lluvia ácida, pues el suelo, que es el destino final de precipitaciones, se acidifica, por lo que el pH de la tierra se vuelve tóxico por su alto índice de aluminio. Esto termina por afectar a las plantas, pues la acidificación provoca que se liberen elementos como hierro, zinc, cobalto, entre otros, que afectan a la nutrición de las plantas. Además, también altera a la descomposición de la materia orgánica.

La lluvia ácida también se puede formar por los gases de efecto invernadero producidos por la contaminación de las fábricas y automóviles. El abuso de combustibles fósiles así como la quema de plásticos crean dióxido de azufre (SO2),  este cuando se combina con el oxígeno se transforma en ácido sulfúrico y al concentrarse en una atmósfera contaminada, se transforma en lluvia ácida, pues se cambia el pH del agua, así como el de los suelos.