Bien dicen que en la cárcel y en el hospital es cuando se conoce a los verdaderos amigos, aunque yo agregaría una más, también en la crisis económica.

Y así es, no hay amigos sinceros en otro momento de nuestras vidas.

Hay conocidos, cuates, brothers, compadres de parranda y amistades de interés.

Los verdaderos amigos o amigas no se dan en maceta.

Lamentablemente, hay que batallar, a travesar y librar experiencias difíciles, que te ponen en el piso incluso, para saber quién es verdaderamente un amigo o una amiga

La falsa amistad abunda y está en todas partes.

Desde luego también hay alianzas por acuerdos e intereses en común, pero eso es otra cosa.

La amistad sincera es escasa.

No lo creía tan duro y tajante, pero verdaderamente las ratas son las primeras en abandonar el barco cuando creen que se hunde.

Y vaya que duele cuando uno descubre que alguien que pensamos que era un amigo o una amiga se va a las primeras de cambio, sin más ni más.

Que se va cuando no hay dinero, cuando no hay más beneficio personal a costa de alguien más, o cuando simple y sencillamente la amistad ya no se paga.

Duro pero cierto.

Afortunadamente, las lecciones de la vida se aprenden tarde que temprano.

Y esta pandemia, esta crisis económica por la que atraviesa el país han dejado muchas lecciones que deben aprenderse, asimilarse y no volverse a repetir.

Y es que a todos nos ha pasado.

Cuando pensamos que nuestros amigos y amigas, brothers, nos ayudarían se fueron.

Y se fueron en el peor de los momentos.

La peor desgracia llega cuando juntamos una falsa amistad con la traición o la deslealtad.

Eso sí que cala.

Empero, si estas cualidades se dan en un momento de crisis como el que vive el país y los mexicanos las cosas se ponen color de hormiga.

Las amistades falsas seguro se romperán y se volverán un dolor insoportable.

Y cómo no, si la expectativa económica para el país al cierre del 2022 es apenas del 1%.

El prometido crecimiento superior al 4% del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de Morena y de la 4T ahora sabemos que fue todo un engaño, una farsa, un mero discurso propagandista y populista de una o varias elecciones.

Los números, como dicen, son fríos. Y habrá que reconocer que desde el inicio del actual sexenio la economía dejó de crecer.

Tan sólo en 2018, durante el último año del ex presidente Enrique Peña Nieto, la economía creció 2.2%. Mientras que en 2019, el primer año de gobierno de AMLO y la 4T, el PIB bajó -0.2%.

Con la pandemia las cosas se agravaron, pues en 2020 se produjo una caída de -8.2%, la peor situación económica de la historia de México desde la gran depresión de los años treinta.

Y posterior a la pandemia vino el rebote, por lo que en 2021 el PIB creció 4.8%.

La crisis económica que aún azota a los mexicanos no se ve para cuándo termine, por lo que el fracaso económico de este gobierno es evidente y claro.

Porque México, junto con otros países como Argentina, son los únicos del continente Americano cuya economía no se ha recuperado. Al concluir el primer trimestre de este año, el PIB se encontraba en un 99% del observado en el cuarto trimestre de 2019.

Y es que el PIB real, en billones de pesos descontando la inflación, está al mismo nivel que tenía en el cuarto trimestre de 2016. Es decir, actualmente el tamaño del pastel de la economía mexicana es igual al de hace seis años.

En lo que va del gobierno obradorista, la población ha crecido de forma desmedida, por lo que un dato importante es el PIB por cápita, es decir, la división del pastel entre todos los mexicanos, la cual registra al menos ocho años de retroceso.

Así que si comparamos los gobiernos y sexenios de los últimos años podríamos decir que en materia económica el gobierno de la 4T ha sido peor que incluso el de Carlos Salinas de Gortari, que el de Ernesto Zedillo Ponce de León, que el de Vicente Fox Quesada, que el de Felipe Calderón Hinojosa y que el de Enrique Peña.

Entonces, imaginemos qué sucedería si a la falsa amistad en una empresa le sumamos una crisis económica tan grave como la que aqueja a los mexicanos.

Una crisis que esté a punto de llevar a la compañía a la quiebra.

Saque usted sus propias conclusiones.

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