En el partido Morena de Puebla no entienden que si sus tribus y sus lidercillos no miden su ambición de poder, les va a suceder lo que les ocurrió en el PRD poblano hace algunos años.

Van a desaparecer.

Y es que los líderes perredistas, ahora convertidos en morenistas, estuvieron a punto de reventar y desaparecer al sol azteca debido a que todos querían hipotecarlo o venderlo al mejor postor.

Todo mundo quería ganarse unos pesos a cambio de traicionar y entregar a su partido.

La moneda de cambio del perredismo poblano, ahora de Morena, siempre ha sido el propio partido, el dinero y los cargos públicos.

No les interesa pasar sobre quién sea, traicionar a sus amigos y correligionarios, hasta sus propios ideales, con tal de salirse con la suya.

Allí está el par de flamantes diputados y desfiguros políticos, José Iván Herrera Villagómez (local) y Alejandro Carvajal Hidalgo (federal), quienes se han convertido en los nuevos Pinky y Cerebro de Morena.

Y lo peor: también tienen la idea de conquistar el mundo, y de paso Puebla.

Porque ahora resulta que la copiosa votación obtenida en la entidad en la consulta de revocación de mandato, a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se le debe a este par de caricaturas políticas.

Quien no los conozca que los compre, como dijera el clásico.

El caso es que ambos presumen ser los redentores de Morena y del obradorismo.

Empero, se les olvida que todo mundo sabe que su mejor cualidad es la traición.

¿Ya se les habrá olvidado su pasado?

¿A poco creen que los poblanos no recuerdan cómo es que llegaron al poder, o a sus respectivas curules?

Sobre todo el diputadito llamado Iván Herrera, quien llegó a Morena con una mano atrás y otra adelante, y sin un quinto.

¿Creerá que puede engañar a todo mundo con el ya gastado y acabado canto de las sirenas?

¿Con qué cara sale a criticar a sus rivales de partido cuando él se hizo pato en el gobierno de Claudia Rivera Vivanco, a quien le aplaudió todo lo mal que hizo en la ciudad?

Porque como regidor de la ciudad lo único que hizo bien fue hacerla de porrista y aplaudidor de un gobierno que no hizo absolutamente nada por los ciudadanos.

Por cierto, ¿alguien sabe qué ha hecho ahora como diputado, además de cobrar sus jugosas dietas?

Lo que debería hacer Ivancito es contarnos por qué le dicen “el rey de la traición”.

Y para que se refresque la memoria, al menos que haga el intento de pensar y nos explique por qué mordió la mano que le dio de comer y traicionó a su exjefa Socorro Quezada Tiempo, exlíder del PRD poblano.

Porque cuando Ivancito llegó al PRD, donde lo mandaban por las tortas y los refrescos a la tienda, porque no tenía ni en qué caerse muerto, sólo era el chofer, el bodeguero, el asistente y el chalán de varios, por ejemplo de Eric Cotoñeto Carmona, el operador del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.

Ivancito traicionó a Socorro para irse a Morena con Gabriel Biestro Medinilla, a quien poco tiempo después también engañó para irse a apoyar a Claudia Rivera.

Biestro lo hizo regidor, Claudia lo maiceó y le tapó la boca con dinero, lo hizo candidato a diputado federal, le pagó su campaña y después también la traicionó yéndose a poner de tapete con el gobernador.

Ese es el verdadero Iván Herrera, el flamante diputado que quiere conquistar Puebla.

¿Y ahora sale con el cuento de querer defender a los ciudadanos del Gobierno municipal?

Por favor, a otro perro con ese hueso.

Alejandro Carvajal, el diputado federal que de todo opina pero a quien nadie pela, es un caso especial.

Dice ser el cerebro de Morena en Puebla.

El barzonista, más que morenista, tiene la única y firme intención de apoderarse de su partido dizque para mejorar sus condiciones, incluso yendo en contra del grupo barbosista.

Por cierto que este diputado ha operado en contra del Gobierno del estado, al que no se ha cansado de criticar en lo oscurito por todo y por nada.

El legislador es uno de los menos productivos en la Cámara de Diputados federal, se acomoda según las circunstancias políticas y lanza la piedra pero esconde la mano cuando de dar la cara se trata.

El mejor ejemplo es cuando intentó disputar la dirigencia de Morena, nadie le hizo caso y al final negoció su postura.

Ahora se hace el valiente convocando a los ciudadanos a manifestarse para apoyar la reforma eléctrica pero se hizo tonto y enmudeció cuando Saúl Huerta Corona pretendía ser exonerado del delito de abuso sexual en agravio de un mejor de 15 años.

Así es, ese es Alejandro Carvajal.

Ni mandado a hacer lo del mote de Pinky y Cerebro.

¿A poco no?

 

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