Es increíble que los poblanos, los medios de comunicación, los aficionados al Puebla de la franja (algunos), los especialistas en deportes y los empresarios que ven en el fútbol sólo un negocio, se asombren de que el estadio Cuauhtémoc sea una mega cantina.

¿Pues no todos los estadios son eso: una cantinota?

Porque, seamos sinceros, no hay espectáculo, mucho menos balón pie, sin alcohol, sin cerveza, sin uno, dos o hasta tres bares que se encargan de proveer la bebida de los dioses en los partidos.

Es más, en todos los deportes, obviamente con sus honrosas excepciones, existe el negocio de la venta del alcohol. Y sin las tradicionales cervezas, según los empresarios, el fútbol no sería un negocio redondo.

En la gran mayoría de los deportes, incluso, la venta de bebidas embriagantes es el verdadero negocio para los empresarios dueños de equipos, para los concesionarios de los estadios y para los inversionistas.

Y no hay por qué espantarse, ya que hasta en los mejores eventos deportivos circula y se distribuye la venta de cerveza a mares.

¿En serio les espanta que se haya dado una fiesta después del partido del Puebla-Santos?

Si eso siempre ha existido, y en todas partes. Es una constante.

Tal vez el pecado en el estadio Cuauhtémoc es haber permanecido hasta de madrugada, cuando ya todo mundo se había ido. Empero, insisto, eso siempre hacen los empresarios poderosos e influyentes, disfrutar el tiempo y el momento.

Es más, eso se da aquí y en China. Y tampoco es justificación porque todos los excesos son malos.

Otro error, tal vez, fue haber prolongado la fiesta en el Cuauhtémoc recién pasados los hechos sangrientos registrados en Querétaro, donde por poco y sucede una desgracia de dimensiones descomunales provocada por las barras, el alcohol y la “pasión del fútbol”.

El espectáculo del deporte y el alcohol siempre van de la mano.

Allí está el beisbol, la lucha libre, el boxeo, las peleas de vale todo, las lujosas carreras de autos, el golf, el tenis, el frontón, el futbol americano, el rugby, el basquetbol, el voleibol, el softball, en fin.

Más bien habría que preguntarse ¿en qué deporte no se permite la venta de bebidas alcohólicas?

Y lo que, además, se tendría que plantear y cuestionar es sobre la cultura que existe en el país y en los distintos estados para poder asistir a un espectáculo deportivo.

¿Verdaderamente, los mexicanos son capaces de respetar al de al lado a pesar de haber combinado el alcohol con la diversión?

¿Estamos preparados para atascarnos de alcohol los mexicanos y los poblanos, en particular, durante cualquier show?

Porque ya quedó claro que en el fútbol no.

Y lo peor, si es que puede existir algo peor, es que en Puebla nos espantemos de que se excedió una borrachera en un estadio vacío y no digamos absolutamente nada de escenas como la exhibida por la diputada federal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, en el terrorífico IMSS.

La legisladora publicó ayer -en redes sociales- un vídeo del hacinamiento que viven los enfermos y pacientes del Hospital del IMSS, de la Margarita, en Puebla, donde convive todo mundo sin sana distancia y sin el más mínimo cuidado.

En el vídeo se observan los pasillos del nosocomio atiborrados de enfermos con suero, en bata, acompañados, algunos, de sus familiares y esperando que las condiciones les permitan o sentirse mejor para abandonar el lugar, o una cama para poder aliviarse.

Además, en los mismos pasillos aparecen un sin número de camillas en las que permanecen las personas con mayores dificultades físicas, adultos mayores, jóvenes y hasta personas en sillas de ruedas.

Esto sí debería causar molestia, asombro, coraje e indignación a los ciudadanos y hasta el gobierno, porque el IMSS sigue siendo una institución que no ofrece ni los servicios básicos a sus pacientes.

Por esto sí hay que hacer un escándalo y exigir respuestas.

En el mismo vídeo se puede ver como el personal de salud hace lo que puede ante la multitud de enfermos, quienes seguramente padecen todo tipo de padecimientos, incluido el Covid-19.

De esto sí debería preocuparse el gobierno federal para brindarle un servicio, ya no de calidad, al menos básico a los afiliados al IMSS.

¿Pero qué tal disque estrenando aeropuerto a medias y festejando con bombo y platillo?

Ojalá que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta tome cartas en el asunto y apoye la causa de los enfermos que están amontonados en el Hospital de la Margarita, donde se ofrece un trato inhumano y de tercer mundo.

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