Gracias al auge en los últimos años, el mezcal —obtenido de la destilación de más de cincuenta especies de agave a nivel nacional— ha pasado de ser una bebida de consumo local asociada a festividades y ritos a ser objeto de culto a nivel mundial.

La producción artesanal, constituye el sustento de un gran número de familias campesinas e indígenas que tradicionalmente extraen los agaves del campo para su producción. También cortan leña para cocer los agaves jimados y usarlos durante la destilación.

Sin embargo, ante la demanda actual, la tasa de extracción de estas materias primas ha aumentado exponencialmente, al grado que municipios enteros han perdido sus agaves.

Si estas prácticas desmedidas continúan, afectarán a los murciélagos, lo que a su vez reducirá la polinización de agaves y cactus columnares y la formación de sus frutos, perjudicando a las especies que se alimentan de ellos.

Con información de Milenio