El concepto de nueva normalidad fue acuñado durante la crisis inmobiliaria estadounidense en 2008. Recientemente, fue retomado para referirse a la vida posterior a la COVID. A casi un año de la vida en el encierro, la nueva normalidad se ha convertido en la normalidad a secas, presente y futura.

La planeación estratégica de las empresas se ha visto ineludiblemente afectada: el planteamiento de objetivos a largo plazo ya no puede exceder de los cinco años de proyección. El futuro, como concepto, se ha transformado y ha dado pie a procesos de adaptación y renovación. Estas son algunas de las valoraciones compartidas por el Mtro. Enrique López Albores al alumnado del Departamento de Negocios de la IBERO Puebla.

El psicoterapeuta y consultor empresarial señaló que el trabajo a distancia es el ejemplo más claro de la transformación promovida por las circunstancias sanitarias actuales. Se trata de una modalidad que llegó para quedarse y que dará pie al declive de las estructuras laborales de oficina y de los viajes de negocios (junto a la respectiva derrama económica turística).

Por tal motivo, y debido a los hábitos adquiridos y reforzados en el contexto actual, el turismo de entretenimiento regresará con la necesidad de hiperconectividad. Esto entrará en coacción con la tendencia de revitalización del mercado basada en las experiencias, no tanto ya en los productos.

Del mismo modo, estamos ante un proceso de metamorfosis del espacio privado, convirtiendo cocinas, comedores y recámaras en salones de clase y despachos. Por ello, se ha promovido la medición del trabajo a través de resultados, en el entendido de que los horarios laborales se ven interpelados por los quehaceres domésticos y las obligaciones de crianza, entre otros.