En el Congreso del Estado, la aún sede de la LX Legislatura, una de las más desastrosas y vergonzantes en la historia de Puebla, obviamente con sus honrosas excepciones, porque hay diputad@s que sí trabajaron, los demonios andan sueltos.

Y no sólo eso, hay un huracán por el vacío de poder que ya se siente ante la renovación de las curules y el cambio de diputados propietarios.

Atrás quedaron los años mozos, las risas, los gastos holgados, las invitaciones, los patrocinios y los amigos a borbotones.

Cuando el poder se esfuma, los compadres también.

Y cómo no, si Gabriel Biestro Medinilla, diputado con licencia por Morena, y ex presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política (Jucopo), dejó el Poder Legislativo para buscar la candidatura de Morena a la presidencia municipal de Puebla y fracasó.

Todo le sucedió al ex mandón del Congreso, quien se quedó como el perro de las dos tortas: sin la candidatura y hasta sin empleo.

Por cierto, ¿alguien lo ha visto?

Me parece que ya es tiempo de que se sume al gobierno del estado, si es que así fue trazada su ruta, pues lleva ya sin trabajo un buen rato, o de plano que haga algo para mostrar su mentado “interés” por el bienestar de Puebla.

Por lo pronto, en el Congreso ya preparan todo para ceder la administración, se cerró la llave de los recursos para medios, para proveedores, así como los gastos y apoyos especiales que estaban destinados a ciertos diputados.

Las vacas flacas llegaron para quedarse.

Esta Legislatura, junto con la mayoría de sus diputados, ya son agua debajo del puente. Cada vez les queda menos tiempo de vida.

Por ello, ya les vale un comino asistir a las sesiones presenciales, opinar sobre los temas de interés público, apoyar a Biestro, o salir a tratar temas relacionados de apoyo y beneficio a los ciudadanos.

Dicen que ya no van a perder el tiempo en tonterías.

La campaña quedó atrás, junto con su interés por la ciudad y por los ciudadanos; ya a los diputados nada les puede.

¿O dónde está el tan preocupado empresario poblano de la 4T, famoso por el fútbol, que quería reelegirse en su cargo para trabajar de sol a sol por los poblanos, Emilio Maurer Espinosa?

¿Tan pronto se le terminó el gusto y pasión por Puebla?

¿Y Marcelo García Almaguer, el diputado morenovallista que, primero, se arrepintió de su pasado y, después, reculó y regresó al redil del PAN, al que había renunciado, porque experimentó que solo no podría llegar ni a ser presidente de su colonia?

Pues no que “chi che podía”.

No veo a los Héctor Alonso Granados, a los José Juan Espinosa, a los Gerardo Islas, a todos esos legisladores que daban la vida por Puebla, que estuvieron a punto de los golpes en el pleno del Congreso, y que se rasgaron las vestiduras, por el estado.

Bonita fregadera, terminó la elección y se les acabó el amor por los poblanos.

Dijera el clásico “poca madre”.

Ni porque los diputados locales tuvieron privilegios durante la pandemia, desde trabajar cómodamente desde su casa hasta obtener recursos para sus herramientas digitales, dejaron de hacer el ridículo como los peores servidores públicos.

Y es que fueron casi 100 las faltas que nuestros flamantes diputados acumularon durante las sesiones ordinarias, extraordinarias y permanentes que se realizaron durante la pandemia.

Eso sí, a lo que no faltaron fue a cobrar su jugosa quincena cada que les correspondía.

Los tres diputados que más faltas acumularon fueron: la diputada petista María del Carmen Cabrera Camacho, con ocho faltas; le sigue la legisladora de la 4T, Vianey García Romero, con siete; y el diputado priista Nibardo Hernández Sánchez, quien sumó, también, seis ausencias.

¿No les dará vergüenza?

No creo, ¿verdad?

Es evidente que nuestros diputados no la conocen.

Y mientras en el Congreso del Estado todo se desarma para esperar a su nuevo líder, afuera se perfila ya como el diputado que asumiría el mando en la nueva legislatura Sergio Salomón Céspedes Peregrina, ex edil de Tepeaca.

Se dice que Sergio Salomón cuenta con la confianza del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, además que ya fue diputado local y tiene las tablas suficientes para asumir el manejo del Poder Legislativo.

Pero, sobre todo, además de que él sí es poblano, es un hombre decente y un servidor público probado.

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