Ahora que el gobernados Luis Miguel Barbosa Huerta dio el banderazo para que los interesados en sucederlo se abran públicamente, manifiesten sus aspiraciones y empiecen su proselitismo, veremos si políticamente el estado no se descompone.

Porque de alguna forma el mandatario trae, o traía, a raya al círculo rojo, a ex funcionarios, a su gabinete, a la oposición y a todos aquellos que le llevan las contras o que desean una candidatura para algún cargo de elección popular de los que se jugarán en 2024.

De entrada habría que preguntarse ¿la convocatoria y/o llamado del gobernador Barbosa sólo aplica para aquellos que desean la candidatura a la gubernatura?

¿O es lo mismo para los aspirantes al resto de los cargos que se jugarán en la elección que está por venir?

Porque si los aspirantes a la “grande” tienen derecho, supongo que los que buscan la “chica” (la presidencia municipal de Puebla) también lo tendrían, ¿o no?

Y así sucesivamente con el resto de los puestos que se jugarán en el momento que se sortee la presidencia de la república y muchas otras gubernaturas.

 

Lo mismo ocurre con la oposición.

Si los aspirantes a la candidatura de Morena ya tienen manga ancha y margen de maniobra para intentar participar en el proceso para designar a su próximo candidato a la gubernatura de Puebla, ¿entonces por qué la oposición no podría hacerlo?

La convocatoria del gobernador Barbosa tendría que ampliarse a todos los aspirantes, incluyendo los de la oposición.

Aunque se corre el riesgo de que el llamado del mandatario pudiera descomponer aún más el panorama político en el estado, ya que si algunos aspirantes son funcionarios públicos estos, desde luego, van a privilegiar sus intereses personales antes que sus responsabilidades.

Sucedería exactamente lo mismo que a nivel nacional con las mentadas “corcholatas”, los aspirantes que desean suceder en el cargo al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y quienes prácticamente hicieron a un lado sus responsabilidades como funcionarios por andar de gira por todo el país.

¿Puebla estará en condiciones de que los funcionarios que no han ni cumplido con su trabajo y con las expectativas que se tenía de ellos, hagan sus responsabilidades y deberes a un lado para irse a hacer pre campaña?

Habrá que subrayar que en esta carrera ya abierta son tres los aspirantes que llevan ventaja: el senador Alejandro Armenta Mier y el diputado federal Ignacio Mier Velasco, por Monera; y el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, por el PAN.

No se ve a nadie más que pudiera competir a estos tres personajes, los cuales llevan mucha delantera en su camino, sobre todo Armenta, quien empezó su campaña desde que asumió la senaduría.

El problema con Nacho Mier, su obstáculo, es su guerra con el gobernador poblano, quien parece dispuesto a frenar el paso del diputado, quien ya en público y en privado ha manifestado sus diferencias con el barbosismo y su líder.

En el caso de Eduardo Rivera, a él le falta mucho camino en el interior del estado, ya que su presencia se limita a la capital.

Así que algo tendrá que hacer Lalo para poderse meter en los municipios y lo conozcan, sepan de su trabajo y sus logros políticos.

Lo que sí será interesante es descubrir quién o quiénes de los integrantes del gabinete barbosista están interesados en suceder a su jefe, o incluso a Eduardo Rivera en el Ayuntamiento capitalino.

Eso sí, insisto que a estas alturas es muy riesgoso que el estado se sigua descomponiendo políticamente, porque la inseguridad, la crisis económica, la pandemia y las graves complicaciones en la salud de los poblanos, por ejemplo, no están como para que los secretarios se distraigan de sus labores en posibles candidaturas.

Aunque, tal vez esto pudiera servir para saber quién es quién y se termine de purgar el actual gobierno y cierre de la mejor forma.

Porque ya urge que a Puebla le vaya bien en algo.

 

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