Hoy arranca el proceso electoral en Puebla, con el que se habrán de renovar el Congreso local, los 217 Ayuntamientos, además de diputaciones federales y escaños en el Senado, en medio de una Puebla agitada y polarizada.

Porque parecer que el estado no logra estabilidad política y social desde aquella elección en la que unos acusaron fraude y otros arrebataron la victoria sin importarles nada.

Los poblanos, desde entonces, no hemos visto acuerdos que nos permitan poder entender la estrategia de gobierno que se sigue -tanto municipal, estatal y hasta federal- para poder evaluar y emitir nuestro voto el próximo 06 de junio en las urnas.

Seguimos viendo un país, y una Puebla dividida, disgustada y con enfrentamientos de los distintos sectores.

Urge que en el estado se logre una tregua política y social que de paz y tranquilidad a los ciudadanos.

Porque mientras los políticos se enfrentan a muerte en una cruenta tregua de policías y ladrones, los poblanos seguimos sintiendo el rigor de la inseguridad, del feminicidio, de la violencia en todas sus expresiones.

Y si a esto agregamos la pandemia, los contagios y el olor a muerte, la cosa se pone peor.

El inicio del proceso electoral 2020-2021 llega justo en un momento muy complicado pero muy interesante para todos.

Sobre todo, porque no hay favoritos para ninguno de los cargos que se van a disputar en la entidad, particularmente para algunos como el de la presidencia municipal de Puebla, considerado como la joya de la corona en materia de gobernabilidad.

En el Congreso y las 26 diputaciones de mayoría relativa tampoco parecen seguras para nadie, mucho menos si el termómetro es el trabajo legislativo hecho hasta hoy en el estado. Y lo mismo pasa con las otras 15 curules que se juegan plurinominales, según los votos alcanzados por cada partido.

Vamos a ver una verdadera guerra electoral que se librará a muerte y sin piedad alguna.

Son 13 los partidos que participarán, algunos con personajes reciclados de otras fuerzas políticas y otros que permanecen sin cambiar de camiseta, y aunque pequeños, corren el riesgo de desaparecer si es que no cumplen con el 3 por ciento de la votación.

Lo malo para los poblanos en este sentido, es que no hay muchas buenas opciones, nuevas, ciudadanas o innovadoras y sensibles que permitan otorgar con confianza el voto.

Los 13 partidos que competirán en la elección de Puebla son: Morena, PAN, PRI, PRD, PT, Movimiento Ciudadano, PVEM, Nueva Alianza, PSI, Compromiso por Puebla, Redes Sociales Progresistas (RSP), Fuerza Social por México (FSM) y el PES.

Empero, en el estado la verdadera batalla será entre Morena y el PAN, los dos partidos líderes, con mayor organización y fuerza en la actualidad.

La pregunta es: ¿Qué tanto puede afectar o beneficiar el resultado, la aceptación o no, de los gobiernos de Morena en la próxima elección?

Al actual gobierno en Puebla le conviene que exista un abanico grande de posibilidades y opciones partidistas en la elección porque se fragmenta el voto y se divide, lo que le permite a su estructura, al famoso voto duro, llevar ventaja por ser el más grueso.

Sin embargo, a ciencia cierta no se sabe qué piensa la gente de Morena sin ver al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la boleta.

Allí esta el caso de Coahuila e Hidalgo, un referente, tal vez, de lo que pudiera estar pensando la gente sobre su voto y la elección intermedia.

Y es entonces que preguntó: ¿Qué pensarán los poblanos de su gobierno en el estado y en la ciudad?

¿Estarán conformes?

De eso depende que Morena gane o pierda la elección que se avecina, que retenga el Ayuntamiento de Puebla o no, y que se mantenga con mayoría en el Congreso local, cosa imprescindible para el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.

El mandatario, hay que subrayarlo, le va a jugar el todo por el todo a esta elección, y el encargado para ello es ni más ni menos que su operador de cabecera Eric Cotoñeto Carmona, quien aceita la maquinaria y se prepara para la próxima batalla.

El máximo general electoral del barbosismo sostendrá en sus hombros el resultado -bueno o malo- del próximo año, y de él depende que Morena, aunque no sea lo mismo, gane o pierda con sus candidatos.

Una tarea, desde luego, peligrosísima incluso para el futuro político de Cotoñeto.

Particularmente en estos momentos que se tiene todavía a un rival aún más poderoso que el abstencionismo, el Covi-19.

¿Podrá el ejército barbosista sacar la elección sin problema?

¿Podrá retener la capital y la mayoría en el Congreso?

Vamos a ver si le afecta o no lo convulsionado que está el estado.

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