Ahora que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta echó a andar una estrategia conjunta para que el estado, la federación y los ayuntamientos de la zona conurbada combatan la inseguridad en Puebla y su territorio más importante, sería bueno escuchar más propuestas al respecto.

Y propuestas de parte de aquellos interesados en participar en 2024 para competir por el máximo cargo político en el estado.

Sobre todo ahora que la inseguridad parece desbordada y fuera de control, como ayer se vio en la Resurrección, donde una familia completa fue baleada por un supuesto ajuste de cuentas.

Evento, por cierto, en el que perdió la vida un hombre, mientras que una mujer y una menor de edad quedaron heridas.

Y es que la iniciativa del mandatario es oportuna y necesaria, pero ante los crecientes delitos que se registran en la capital y el interior del estado parece insuficiente.

Porque la pandemia no sólo afectó la salud de los ciudadanos sino también generó un deterioro social, el cual derivo en más delincuencia, en modus operandi más sanguinarios, que hoy por hoy afectan todos los niveles.

Los grupos criminales aprovecharon la reclusión de la gente para idear nuevas formas de delincuencia, aunadas a las comunes como robo a transeúnte, a transporte público, a casa habitación, de autopartes, entre muchos otros.

Ya no es difícil imaginar la gravedad de las cosas en Puebla cuando todos los días aparecen muerto, embolsados, encobijados, riñas vehiculares con armas de fuego, ajustes de cuentas, secuestros y muchas otras modalidades para delinquir.

Por la pasividad de las autoridades, y por el discurso del presidente del país, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien es el primero en generar odio y división en el país todos los días, además de salir con su cantaleta de que la gente en México está feliz con la 4T, los grupos criminales se han endurecido y han evolucionado.

Se han curtido y envalentonado hasta el grado de no tenerle miedo a nada ni nadie, mucho menos al ejército o a la guardia nacional, la cual no parece ayudar de mucho a los estados.

Un ejemplo gravísimo nacional: las personas fusiladas en Michoacán (entre 10 y 17), de quienes se llevaron sus cuerpos por un ajuste de cuentas entre dos integrantes de grupos delictivos.

Ahora lo mismo te asaltan o te matan en el transporte público, en un velorio o en el estacionamiento de cualquier centro comercial, del nivel que este sea.

Por algo el gobernador Barbosa impulsó el trabajo conjunto entre su administración, la federación y los gobiernos municipales, aunque en cada entidad tengan que rascarse con sus propias uñas para lograr un efectivo combate a la delincuencia.

Otro ejemplo de lo grave de la inseguridad es el sanguinario asesinato de periodistas (cinco hasta el momento en 2022), muestra de que los grupos criminales en el país ya no respetan a nadie.

Antes tal escenario, todos aquellos que aspiran a un nuevo cargo público, sobre todo quienes sueñan con la gubernatura, deberían ofrecer propuestas para resolver problemas como la inseguridad en Puebla.

Porque se la pasan reglando arbolitos, promoviendo la reforma energética y negando sus aspiraciones cuando todo mundo sabe que los tres que se han mencionado públicamente, Eduardo Rivera Pérez, edil de la ciudad; Alejandro Armenta Mier, senador, e Ignacio Mier Velasco, diputado federal, quieren el estado.

Eso sí, se la pasan hablando de todo, que van a resolver la infinidad de problemas que tiene Puebla de una estocada, que van a favorecer a los pobres, que van a hacer maravillas pero nunca dicen cómo.

Ni cómo van a resolver la inseguridad, ni cómo el feminicidio, ni cómo el desempleo, ni cómo la infinidad de problemas que registra nuestro estado.

Ya es justo que dejen de hacerse tontos y nos cuenten cómo van a rescatar al estado de donde se encuentra.

¿O van a seguir con su cuento de que todo es bonito con la 4T?

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