Un tema que podría terminar de empujar la caída de Sergio Vergara Berdejo de la Secretaría de Cultura, por su implicación en negociaciones irregulares perpetradas por sus antiguos jefes morenovallistas en agravio del estado, es el supuesto saqueo de los museos de Puebla.

Hecho que fue denunciado públicamente por él en febrero del año pasado, cuando reveló que supuestamente los 21 museos de la entidad habían sido arrasados por la marabunta de gobiernos pasados.

En aquel momento, el aún encargado de la cultura en Puebla salió a gritar a los cuatro vientos que el saqueo de los museos poblanos representaba una cifra superior a los 300 millones de pesos.

Incluso, aseguró que se interpondrían sendas denuncias contra aquellos que atentaron y dañaron el patrimonio cultural del estado, cometiendo un robo sistemático del acervo de sus museos.

Vaya acusación y atrevimiento.

¿Lo habrá hecho para sorprender al gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta?

¿O solo para convertirse momentáneamente en “el héroe de esta película, papá”?

Porque desde ese momento si había alguien que debía haber rendido cuentas de esos hurtos era el mismo Sergio Vergara, porque él formó parte de las estructuras gubernamentales pasadas, esas a las que ahora acusaba.

Entonces, tendría la obligación de saber los detalles del supuesto saqueo que los gobiernos panistas pasados, para los que trabajó, ejecutaron en detrimento de los museos poblanos.

Porque no fue cosa menor la que el también exdelegado del INAH en Puebla les declaró a medios —locales y nacionales— sobre el supuesto saqueo a los museos poblanos.

Advirtió que se había ejecutado el hurto y desmantelamiento de algunos de los 128 mil objetos que conforman el acervo total en Puebla, así como obras de mantenimiento de baja calidad, pagos excesivos por piezas de arte y contratos con sobreprecio.

¿A poco nunca se enteró de eso cuando fue funcionario del morenovallismo?

Vergara sorprendió al cirulo rojo y a la sociedad poblana asegurando que de la Biblioteca Palafoxiana, por ejemplo, se mutilaron libros a los que les fueron arrancados mapas, dibujos, además de que se dañó una parte de los nueve incunables, obras que fueron editadas tras la creación de la imprenta en 1440.

Sergio Vergara planteó un escenario catastrófico, brutal, provocado por sus antiguos jefes, a quienes nunca denunció mientras le pagaron como uno más de sus cercanos y mientras llegó la 4T.

Se atrevió, incluso, a invitar a los poblanos que tuvieran en su poder alguna de las obras que forman parte de los acervos estatales, las cuales hubiesen sido sustraídas en algún momento, para que las devolvieran.

Empero, el tema parece que quedó allí, porque ya no se supo más al respecto.

Ni tampoco si alguien devolvió alguna pieza, algún libro, o algo que haya pertenecido a alguno de los 21 museos poblanos.

Sin embargo, habría que cuestionar algo: ¿habrá sido real ese supuesto saqueo?

¿O habrá sido un asunto para dar nota, para hacer escándalo o para quedar bien culpando a los gobiernos del pasado?

Porque detenidos por el supuesto saqueo no hay a la fecha.

Y algo mucho más interesante, ¿por qué desde ese momento Sergio Vergara no hizo pública su participación en la entrega de los Lavaderos de Almoloya a un particular?

¿Qué credibilidad podría tener el secretario de Cultura cuando fue descubierto en su pillería?

Ya es insostenible, francamente, la posición del funcionario.

No tiene un ápice de credibilidad.

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La crisis de Periódico Central

Los cambios y el reacomodo en los medios de comunicación poblanos continúan, y esta vez le tocó a Periódico Central, encabezado ahora por Arquímedes Ríos Andraca, hermano de la fundadora del portal noticioso Selene Ríos Andraca (qepd).

Resulta que ayer su ahora exdirectora general, Viridiana Lozano Ortiz, decidió separarse del informativo “por ya no convenir a sus intereses”.

O al menos esto fue lo que el accionista mayoritario de Central le informó a su plantilla de colaboradores y socios, a quienes les aseguró que, a pesar de la salida de Viridiana de Central, la amistad entre él, el resto de su familia, y su exdirectora se mantenía intacta.

Periódico Central, vale la pena precisar, es una empresa de varios dueños, o accionistas, como ellos mismos le llaman.

El accionista mayoritario es Arquímedes, quien es el que controla la parte administrativa y, en general, operativa del diario digital, vía su esposa, Dania Nájera Guevara.

Otros de los asociados son Edmundo Velázquez Vargas y Yonadab Cabrera Cruz, quienes tienen un porcentaje menor de acciones en comparación con Arquímedes y Viridiana.

Empero, de todos es conocido que quien conducía el trabajo periodístico de Central era Viridiana, quien, trascendió, le habría vendido sus acciones al hermano de su gran amiga Selene por diferencias irreconciliables.

La manzana de la discordia, según, habría sido ni más ni menos que José Arturo Rueda Sánchez de la Vega, el exdirector del Diario Cambio, actualmente preso por diversos delitos como extorsión y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Se dice que la familia Ríos Andraca habría decidido defender a Arturo Rueda, lo que generó con Viridiana opiniones encontradas, a pesar de que en su momento tanto Diario Cambio como Periódico Central caminaron de la mano y en la misma línea editorial.

Lo cierto, digan lo que digan, es que ambos medios siguen teniendo algo en común: un cisma que ya deterioró y cambió su plantilla laboral, su directiva, su amistad y los intereses de sus socios.

Su crisis, tal vez, se debe a que en realidad nunca cambiaron.

Por lo pronto, Viridiana, una reconocida periodista en Puebla, está fuera de Periódico Central, y dicen que su destino inmediato podría estar en la radio, en Grupo Tribuna, en tanto no arranca un nuevo portal.

Mientras tanto, ya publica su columna (Guía para irreverentes) en Hipócrita Lector, un diario conducido por los periodistas Mario Alberto Mejía e Ignacio Juárez Galindo.

 

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