Las sociedades de hoy necesitan de una economía que esté orientada al bien común, que su objetivo sea el bienestar de las personas de todos los sectores sociales, principalmente los más vulnerables.

Para alcanzar una economía encaminada al bien común es importante revalorizar el trabajo, darle una dimensión más digna a los trabajadores en cualquier sector económico del que se esté hablando, enfatizó María Teresa Herrera Rendón, Directora de la Facultad de Economía de la UPAEP.

Dijo que el trabajador debe ser revalorizado por el trabajo que desempeña dentro del sector público o privado, es importante reconocer la función esencial del trabajo que ejerce la persona y considerarlo como un bien común.

Es importante considerar también al mercado como un bien común, es decir, el mercado no es algo que se autorregule por sí mismo, ahí todos participamos y todos tienen que colaborar de manera solidaria para que funcione y, no se descarten ciertos sectores o se afecten a las personas por este mercado.

Destacó que uno de los actores económicos que pueden contrarrestar todos los efectos que se están viviendo en el ámbito económico y que se vino a agudizar por la pandemia, es el gobierno, quien debe tener una participación importante para mitigar esta problemática y solidarizarse con los sectores más pobres o más vulnerables dentro de la sociedad.

Por lo tanto, dijo que dentro de un mecanismo de mercado se tiene que repensar el mercado y solidarizarse con las personas que están siendo más afectadas por los escenarios negativos que el mismo mercado puede provocar por la actual situación que se vive con la presencia del Covid-19.

Advirtió que en los últimos años el gobierno de México ha tenido poca participación con inversiones en diferentes sectores de la sociedad, como es el sector de la salud, educación, vivienda, comunicaciones y transportes, combustible y energía, entre otros rubros.

Por su parte, Paul Dembinsky, Director del Observatorio de Finanzas en Ginebra y profesor de la Universidad de Fribourg, Suiza, subrayó que cuando se habla de economía para el bien común, se deben considerar tres puntos importantes, el primero es el nivel macroeconómico que considera a la macropolítica y macroestructura a nivel gubernamental de un país o a nivel internacional; el segundo nivel es, el medio económico y social, que incluye a las comunidades, empresas, política local y actividades más locales de una región.

Indicó que el tercer punto y que es la base del bien común, es el nivel que incluye al sector microeconómico, en donde podemos encontrar al grueso de la población, como son consumidores, colaboradores y pequeños empresarios que desarrollan una actividad microeconómica y que tienen un papel importante en todos los países.

Dembinsky señaló que hay dos principios muy importantes dentro de la política económica orientada al bien común, el primero de ellos es la solidaridad que se ejerce de manera más horizontal y el segundo principio, es el de la subsidiariedad que se aplica de manera vertical y que bien ejecutado este segundo principio, puede ser un elemento importante en la construcción del bien común.

Agregó, “el bien común es una combinación de micro-bienes comunes en un macro-bien común, para dar paso un bien común universal”. Por ello, es importante observar cómo se están analizando los escenarios para actuar en beneficio de las personas y de los sectores más vulnerables.

Con respecto al tema de la solidaridad, explicó que hay cuatro puntos esenciales que las personas deben considerar, el primero es la solidaridad a nivel familiar, que aun cuando es afectado por el ámbito político, es totalmente independiente; el segundo es la solidaridad a nivel de empresa, en donde es importante el papel de los colaboradores y el capital que se utiliza y que va de la mano con el trabajo que realizan las personas, que en nuestros tiempos, sigue siendo cuestionado por la insatisfacción de las personas por el pago que reciben por su trabajo.

Acotó que el tercer punto de la solidaridad es el tema de la filantropía, y el papel que este juega en la sociedad, y el cuarto punto, tiene que ver con las transferencias, el pago de impuestos, gastos públicos que generan o no generan, dependiendo de la política, bienes públicos que son fundamentales para la solidaridad y que se puede observar en asuntos como la educación y la salud de una sociedad.

Paul Dembinsky advirtió que los empleos informales en México representan alrededor del 60%, lo que origina “un problema conceptual, es un problema estadístico y es un problema humano. Y aquí surge la pregunta de cómo se puede conjugar la solidaridad entre el sector formal con el sector informal, que es mayor al primero desde el punto de vista del trabajo y del concepto de solidaridad”.

Dijo que esta situación de la informalidad es muy importante para analizar, “cuando se habla de la dignidad del trabajo, se debería de poner en el centro de la discusión de la política, el problema del trabajo informal con todas sus debilidades, fragilidades, fragmentaciones y riesgos que representan para un país y que desde el punto de vista del trabajo formal y de la solidaridad, necesita de una solución inmediata”.