Fue el pasado 21 de enero cuando prácticamente se dio como un hecho la candidatura de Eduardo Rivera Pérez a la presidencia municipal de Puebla, tras uno de los muchos acercamientos que tuvo con Genoveva Huerta Villegas y Marko Cortés Mendoza, dirigentes del PAN nacional y estatal, respectivamente.

Desde aquel momento, las negociaciones entre Lalo y el grupo que controla la dirigencia en Puebla, encabezado por la misma Genoveva, daban por sentado quién sería el abanderado por la capital.

Sólo había que estirar un poco más liga, negociar, acordar y pactar algunos otros espacios en la integración de la planilla de regidores que acompañarán al candidato panista en la próxima elección.

Desde aquel momento, únicamente mi amigo el ducho periodista Arturo Luna, director de noticias de Televisa Puebla y del diario La Crónica, de edición local, y un servidor anunciamos la decisión que se había tomado en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN.

La noticia del humo blanco en el PAN, por la definición más importante de su candidatura, entonces, fue todo un escándalo.

Hubo incluso quien se burló y se atrevió a apostar a un servidor lo que fuese por haber dado por hecho la candidatura de Eduardo Rivera. Y es que aseguró que el abanderado saldría del PRI.

Cosa más falsa, le respondí.

Palabras más, palabras menos, sostuvo: “No creo, amigo, en CDMX hay otro panorama muy distinto al que planteas. Sólo no pierdas de vista a un tal Pepe”.

Algunos medios de comunicación incluso negaron que fuese Rivera Pérez el gallo, y, además, aseguraron que el priista, ex diputado y ex dirigente municipal de su partido, José Chedraui, tenía muchas posibilidades.

Tampoco era creíble, les dije por dos simpes razones: al priista nadie lo conoce (nunca estuvo bien posicionado en las encuestas) y no tiene carrera política (ni ha hecho nada por los poblanos).

Al final, esos gurús informativos fallaron, las cosas en el PAN se acomodaron, Lalo y Genoveva negociaron y pactaron; Marko Cortés sirvió de testigo de calidad, y la lógica, los números y las encuestas se privilegiaron para dar luz a la candidatura albiazul por la ciudad.

Mientras, el priista que quiso dar madruguete para quedarse con una candidatura que no le correspondía, que no le habría servido de nada ni al PAN ni a la alianza “Va por Puebla”, se quedó chiflando en la loma.

Empero, así es la política, de tiempo, de inteligencia, de negociación y de oportunidad.

Ni hablar, los priistas, y uno que otro mañoso panista, fallaron. Ni modo.

En el PRI deberían estar agradecidos sólo por el hecho de que los panistas poblanos los hayan tomado en cuenta para una alianza, porque están ya muy quemados.

El tema del “gober precioso”, el ex gobernador Mario Marín Torres, encarcelado en Cancún por haber torturado, violado sus derechos y detenido a la periodista y escritora Lydia Cacho Ribeiro, les habría pegado.

Porque el amigo de Kamel Nacif, el llamado rey de la mezclilla, es el peor lastre para el PRI, tanto en el ámbito local como el nacional.

Esa marca negra, de corrupción y de abuso de poder, los priistas poblanos nunca se la van a poder quitar de encima.

Por ello el PAN, junto con Lalo Rivera, van solos en la capital del estado.

Así que ahora los azules dieron ya el primer paso para mostrar organización, madurez y unidad como partido, de cara a las campañas que vienen. Ya con su candidato de la capital se vuelven más fuertes.

Porque en Morena allí sí no habrá acuerdo, mucho menos entre el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta y la edil Claudia Rivera Pérez.

Su pleito es irreconciliable, y ambos lo saben.

Si en la puja interna, para definir al candidato o candidata en Morena, el gallo del mandatario, Gabriel Biestro Medinilla, pierde entonces la elección se pone más interesante.

En primera, porque Lalo Rivera iría por la revancha contra Claudia, quien lo derrotó en la elección del 2018; y en segunda, porque en una de esas recibiría el apoyo de muchos partidos, sectores y de los ciudadanos hartos de los errores de Morena en la capital.

Y si a esto sumamos el voto de castigo, y la animadversión de los poblanos a los errores del gobierno federal por la crisis económica, el desempleo, la inseguridad, el desabasto de medicinas, los apagones, el precio de la gasolina, los proyectos fallidos como el aeropuerto, dos bocas y el mal manejo de la pandemia, la cosa para Morena se pone del cocol.

Ya sólo me pregunto, ¿por quién cree que se inclinaría el poder del gobernador Barbosa en una contienda entre Claudia y Lalo?

Yo ya sé, ¿y ustedes?

¡Voy y vengo!

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