A raíz de la publicación de la historia del empresario coahuilense que amasó fama y fortuna en los estados de Puebla y Oaxaca, y que dejó a sus seis hijos una herencia superior a los mil millones de pesos, ya salieron a la luz más datos al respecto.
Al buzón de Posdata ingresaron distintos correos en los que se ofrece información más detallada, la cual pone en evidencia al hijo varón del famoso empresario, quien quedó como albacea y administrador de la riqueza que dejó su padre.
De entrada, las fuentes confirman que el empresario sí nació en Coahuila pero que siempre se sintió más poblano, y aunque también se desarrolló en Oaxaca, en el estado fue donde despuntó y logró hacer un emporio multimillonario.
En su matrimonio procreó seis hijos, cinco mujeres y un solo varón.
Pudo amasar una fortuna de $1,036,650,847.70, por diversos negocios y propiedades.
Además, adquirió diversos inmuebles, los cuales están 26 en Puebla, dos en Tehuacán, uno en Tepexco, uno en Cuautinchán, uno más en Veracruz y 16 en Oaxaca, de los cuales la mayoría está arrendado.
Lamentablemente, el rico empresario murió el 21 de diciembre de 2015, a la edad de 79 años.
Y como ayer lo dije, tristemente con su muerte llegó a la familia una verdadera desgracia y un infierno, pues se generaron pleitos y graves problemas por la herencia.
Es por ello que ante su deceso, se iniciaron simultáneamente dos sucesiones a bienes de JAVA, una en Puebla, en el Juzgado Segundo de lo familiar y una en Oaxaca, en el Juzgado Cuarto de lo familiar. En ambas, hay que destacarlo, el albacea es JV.
Los inmuebles de la herencia están actualmente rentados, y lo han estado por al menos 90 meses, lo que debería sumar en la cuenta bancaria de la sucesión al menos 180 millones de pesos, generados por los depósitos de renta más intereses e inversiones.
Sin embargo, aseguran que en el banco apenas existen algo así como 68 millones de pesos, los cuales van en descenso.
El caso es que JV no ha querido rendir cuentas a sus cinco hermanas de cómo ha administrado e invertido la herencia de su padre, ni de cómo se encuentra actualmente, ya que durante ocho años se ha negado y dedicado personalmente a gozar de lo que les dejó su padre.
Porque las hermanas, a pesar de tener derecho a gozar de la herencia, padecen muchas apuraciones para sufragar sus gastos más elementales, pues su hermano se niega a entregarles los frutos que producen las propiedades, aunque fuera a cuenta de su parte.
Testigos aseguran que las hermanas tienen la necesidad de rogarle a su hermano para que les participe de efectivo, por lo que él se limita a escuchar, prometer y no cumplir, para que tengan que volver a rogarle.
JV se dice ofendido y lastimado porque nadie le ha agradecido su administración, por la que, además de cobrar, también pretende un porcentaje más allá de lo que establece la ley.
Asimismo, tiene el exclusivo privilegio de manejar las cuentas, sin vigilancia y sin participarle a nadie de sus movimientos, por lo que incluso tuvo que ser requerido por un juez de lo familiar en Oaxaca para que presentara la rendición de cuentas a la que por ley está obligado.
Eso sí, tras la muerte de su padre, JV dispuso de 18 millones de pesos y de un millón más que había como saldo de una cuenta bancaria, pues siempre ha considerado que sus hermanas son unas “pobres tontas” que no merecen el dinero que dejó su padre y que, gracias a él, ha generado buenos dividendos.
De hecho, aseguran que una de sus hermanas es viuda, pero con ella no habla porque la considera loca e incapaz de mantener una conversación.
Según JV, sus hermanas no tienen ningún derecho a la herencia, por lo que solo les queda ser dóciles, como toda mujer.
Eso sí, el hijo heredero ha dedicado los últimos años a apoderarse y disfrutar de los beneficios del patrimonio que dejó su padre, el cual no le corresponde en su totalidad.
Su intención, aseguran, es dejar en la calle a sus hermanas, a quienes no considera como tales y a las que no reconoce ningún valor.
Los reclamos de las cinco hermanas, además, fueron acallados con largos litigios, ínfimos frutos consignados judicialmente que permanecen sin ser entregados, así como negociaciones sin seriedad.
Todo ello, juran y perjuran, forma parte de una estrategia para ocultar el apoderamiento de la herencia, misma que les pertenece a todos sus hijos.
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