Si su desempeño como secretario de Salud durante la pandemia fue “admirable”, su ambición política ahora lo pone en jaque como un personaje deleznable.
Y el argumento es muy sencillo: renunció a su cargo como titular de Salud en Puebla para jugarle al vivo y pescar chamba, o un hueso, que le abone beneficios personales más redituables.
Es decir, dejó el Gobierno porque ya no es negocio, políticamente hablando, y ahora busca conseguir un cargo para no quedar desamparado.
Es el caso de José Antonio Martínez García, el exsecretario de Salud barbosista, a quien de la noche a la mañana le vendieron la loca idea de que podría ser gobernador del estado.
Pobre Dr., sus titiriteros se están aprovechando de él solo para tomar venganza y saciar sus más bajos instintos.
Porque, evidentemente, el médico de profesión no tiene la menor oportunidad de ganar la próxima elección, ni por Morena, ni por la oposición, ni por el partido que se le ocurra.
De entrada, si cree que en la 4T le van a dar oportunidad de figurar en las encuestas está equivocado; y si así fuera, únicamente sería para hacer el ridículo.
Y es que, además de destapar tarde su maniaca carrera por la gubernatura, quedó muy mal parado con el Gobierno, con la actual administración y hasta con los poblanos, a quienes dejó colgados por privilegiar sus intereses personales, políticos y económicos.
Me pregunto, ¿qué sabe el Dr. Martínez de política electoral?
¿En qué momento se dio cuenta de que él es una opción de gobierno?
¿Tendrá idea de cuánto cuesta una campaña?
¿Qué no tiene a nadie que le diga que lo están utilizando?
Por cierto, dicen que Verónica Vélez Macuil, ex de Comunicación del gobierno barbosista, es quien le está abriendo espacio en los medios para que el Doc pueda manifestar sus ocurrencias.
La duda es, ¿quién está pagando las entrevistas?, ¿o son pagos de facturas?, ¿tal vez espacios “de cuates”?, ¿o de dónde salen los recursos?
Dijera Chico Che ¿quién pompó, Doc.., quién pompó campañita, quién pompó…?
Dicen que quien despertó al Dr. Jekyll que trae dentro el Dr. Martínez fue ni más ni menos que la viuda de Barbosa, Rosario Orozco Caballero, quien quiere ver correr sangre en Casa Aguayo.
Y si se puede, el sacrificio del mismísimo Julio Huerta Gómez, de quien ya tiene un muñeco de vudú, al menos, para picarle la panza con alfileres.
Lo cierto es que, aunque José Antonio Martínez esté siendo utilizado ya no es un niño como para que lo engañen tan fácil, por lo que lleva juego y maña en sus dizque aspiraciones personales.
Así que el Dr., quien traicionó los principios éticos de la Medicina por lanzarse a una campaña política que tiene perdida, aseguran, solo pretende cobrar viejas facturas del barbosismo.
No pensó que su audacia, la cual es más bien una afrenta a la era salomónica, le podría costar muy cara.
Sobre todo, si recordamos que José Antonio Martínez, durante su función como secretario de Salud, habría utilizado recursos materiales, económicos y humanos para hacerse promoción como “aspirante ciudadano” a la gubernatura, ante las indicaciones de Luis Miguel Barbosa Huerta, exmandatario.
En aquel entonces, igual que ahora, el Doc utilizó el tema de la salud y el bienestar de los poblanos como bandera para hacer campaña y promover su figura.
Incluso, se valió del sindicato del área de la salud para poder promoverse como un serio aspirante a suceder en el cargo a Miguel Barbosa, quien le dio luz verde para utilizar el aparato de Gobierno y promocionarse.
¿Qué pasará si a estas alturas sale a la luz el manejo extraño, atípico y hasta irregular en la Secretaría de Salud, durante la gestión del Doc Martínez?
¿Y si a su campaña, digo, a su afrenta le tienen una mayor respuesta?
¿Por qué se deja utilizar José Antonio Martínez en una guerra que no es suya, y que más bien le podría generar serios problemas legales y personales?
Si alguien lo ve, por favor dele un zape para que reaccione.
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