Si el Congreso del estado de Puebla y su LXI Legislatura quieren mantener un poco de credibilidad, de respeto, de congruencia y asepsia política, será mejor que la propuesta del diputado violentador panista Eduardo Alcántara Montiel, que hoy se discutirá en el Pleno, no sea aprobada y sea desechada en todos sus términos.
Porque la iniciativa del legislador, quien está sentenciado por cometer violencia política de género y hostigamiento sexual en agravio de su correligionaria Erika de la Vega, simple y sencillamente, además de ser inmoral, no es prudente.
Ni tampoco viable, ni mucho menos oportuna en estos momentos.
Empero, lo más importante, no es congruente con los lineamientos con los que el Poder Legislativo se conduce hoy en día.
Es decir, sería una aberración jurídica y legislativa que los diputados poblanos aprobaran una reforma propuesta por un diputado acusado y sentenciado por violentar y acosar sexualmente a una mujer.
¿Dónde carajo se ha visto eso?
Eduardo Alcántara debería tratar de utilizar un poco su cerebro, la lógica y el sentido común para entender que él no era, ni es el indicado para proponer una reforma o iniciativa como la anunciada, solo por sus antecedentes de violencia contra la mujer.
¿Es tan difícil entenderlo?
Y si la diputada petista Mónica Silva Ruiz, presidenta de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, tanto defiende la reforma ¿por qué no la impulsó y propuso ella?
Me parece que por la falta de madurez y oficio político de estos legisladores, el futuro de la reforma al Artículo 359 del Código de Instituciones y Procedimientos Electorales del Estado de Puebla es la “congeladora legislativa”.
El líder del Congreso del estado, el diputado morenista Eduardo Castillo López, ya tuvo que haberla vetado desde que generó polémica, y al momento que provocó escozor y un tipo de nuevo agravio a la comunidad femenina en el estado.
Porque afecte o no a las mujeres, defienda o no a los violentadores como Alcántara, la propuesta ya tuvo un desgaste innecesario que escaló muy alto.
Tanto, que no sería extraño que hoy se pudieran dar manifestaciones feministas contra la propuesta de Eduardo Alcántara en la sede del Congreso local.
Me pregunto ¿qué necesidad hay de eso?
Me parece que los diputados que integran la Comisión de Gobernación nunca pensaron en las consecuencias que le generaría al Poder Legislativo el burdo y terco protagonismo de Alcántara.
Porque este sujeto se burla y se mofa de los cuestionamientos y las críticas en su contra cada que puede, en las entrevistas que da a los medios.
Justamente esa actitud de “macho”, de “yo las puedo”, de “Don Vergas”, de “no me van a hacer nada porque soy diputado”, de “no hay ninguna ley que me impida legislar”, y/o porque trata de desviar la atención culpando a otros de las consecuencias de sus actos, es por lo que las poblanas lo repudian.
Hombrecito hubiese sido para para agachar la cabeza cuando fue denunciado, para aceptar su error y para ofrecer disculpas.
Porque hasta pare eso el cinismo afloró en él, ya que se olvidó que tiene una familia integrada por mujeres.
Bueno, debería estar para impulsar ahora sanciones severas a quienes hacen lo mismo que él, de violentar y acosar sexualmente a las mujeres.
Ojalá que la diputada federal, también panista, amiga y jefa de Alcántara, Genoveva Huerta Villegas, le enseñen un poco de buenos modales, lo oriente y asesore para que aprenda a ser un hombre recto, íntegro y respetuoso con las mujeres.
Me extraña que la diputada no lo meta en cintura y lo aconseje si ella lo hizo diputado.
Que no se le olvide que Eduardo Alcántara fue denunciado por Erika de la Vega por violencia y por hostigamiento sexual, ya que le exigió más de un millón de pesos o un “acostón” a cambio de convertirla en candidata a la Presidencia Municipal de San Pedro Cholula, cargo, por cierto, que ostenta su suegra, Paola Angon Silva.
El diputado violentador está tan iracundo porque el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación (Tepjf) falló en su contra y le prohibió ser candidato de 2024 a 2027, por estar inscrito en el padrón de violentadores.
Es por ello que ya no busca quién se la hizo sino quién se la pague.
Y, aguas, porque permitirle a Alcántara legislar sobre violencia política de género, o de temas de acoso contra las mujeres, es como dejar que Lutero inscriba las nuevas políticas de la Iglesia católica.
¡Vaya estupidez!
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