Debido a la opacidad de las autoridades electorales en Puebla, tanto del Instituto Electoral del Estado (IEE) como del Instituto Nacional Electoral (INE), y a la complacencia de las estatales, en el estado se vive un vil desmadre propagandístico con miras al 2024.
Nadie respeta las normas electorales, ni las estatales.
A todo mundo le vale gorro, un pepino o una reverenda madre, si existen sanciones, amonestaciones, llamados a la prudencia o a evitar publicitarse de manera anticipada de cara a los comicios federales.
Todos los aspirantes, sin excepción, están en lo suyo.
Pintan bardas, colocan anuncios espectaculares, distribuyen volantes, panfletos, pasquines, se anuncian en el transporte público, en pantallas gigantes y hacen lo que se les antoja.
Y nadie, absolutamente nadie, les dice nada, o hace algo para evitarlo.
El Instituto Electoral del Estado (IEE), encabezado por Blanca Yassahara Cruz García, es un organismo sin pies ni cabeza, un ente que sólo le cuesta al erario en el que simula que trabaja una panda de disque consejeros que sólo ven por sus intereses personales.
Quienes integran un consejo general, desde luego, que no sirve para un carajo porque en el IEE ni oyen, ni ven, ni hablan.
Porque el IEE es un instituto opaco y alcahuete que no ata ni desata.
Su consejera presidenta se la pasa flotando y firmando acuerdos y ocurrencias para tratar de justificar su muy envidiable salario.
Todo mundo observa el desastre electorero y de propaganda electoral anticipada menos ella.
Puebla es el colmo de la violación a la norma electoral.
Nadie respeta las reglas y a todos les importa un comino.
En la ciudad se puede observar de todo tipo de propaganda y de todo mundo, de Morena, del PT, del PAN, del PRI, de las corcholatas presidenciales y de las locales.
El colmo es que los aspirantes ya llegaron al punto de publicitarse hasta en la espalda de las personas y de los niños.
Un claro ejemplo es el de Olivia Salomón Vibaldo, quien aparentemente se dejó entrevistar por la revista “Mundo Ejecutivo”, para poder promocionarse en todo el estado como una más de las aspirantes a la candidatura de Morena al gobierno del estado.
Aunque más bien dicen que quiere el Ayuntamiento de Puebla, pero el caso es que se está promoviendo en todo tipo de publicaciones.
Lo cierto es que ayer, seguramente sin que ella supiera, se captó a lo que pareciera una familia, con un menor, haciendo propaganda para la titular de economía del estado.
El niño lleva en la espalda una mochila-banner con la imagen de Olivia Salomón, quien es promovida por la citada revista, misma que habría contratado a un grupo de personas para presumir su propaganda política.
De inmediato, la funcionaria salió a tratar de deslindarse de esa publicidad y a advertir que procedería legalmente contra los responsables, aunque el daño a su imagen ya estaba hecho.
Empero, insisto, tal vez la secretaria es la menos culpable porque ella incluso asentó que reprobaba que se utilizara al menor, aunque esto es muestra fehaciente de que en Puebla proliferan los actos anticipados de campaña sin que nadie diga nada.
Este es un buen ejemplo para demostrar que la entidad es un desmadre en materia de propaganda político-electoral, la cual está desbordada porque nadie la controla y por la que todo mundo hace lo que se le pega la gana.
¿Hasta cuándo tomará cartas en el asunto la inútil autoridad electoral que tenemos en el estado?
Puebla está tapizada de publicidad de los aspirantes de todos los partidos, y las autoridades son las únicas que siguen sin darse cuenta de la grave contaminación visual que existe.
¿De qué sirvió la restricción anunciada con bombo y platillo por parte del gobierno local para sancionar a quienes se anuncien en bardas y espacios públicos, con multas hasta de 2 millones de pesos?
Eso sí, el gobierno al menos intentó frenar este tipo de propaganda, ¿el IEE y el INE hasta cuándo lo harán?
¿O van a seguirse haciendo de la vista gorda y van a permanecer mirando?
Pero que asquerosidad es esto, dijera el clásico.
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