Lo que nos faltaba a los poblanos para continuar con la mala racha y las desgracias registradas en los últimos años, luego de la muerte de tres de sus últimos cuatro gobernadores, era la posible erupción del volcán Popocatépetl.
¿Qué estaremos haciendo mal que no hemos visto la nuestra desde aquel diciembre negro de 2018?
Porque a partir de la muerte de los ex gobernadores Martha Erika Alonso Hidalgo y Rafael Moreno Valle Rosas, el estado ha registrado desgracia tras desgracia.
La cruenta lucha electoral en la que se enfrascó el morenovallismo contra el barbosismo por la gubernatura en aquel año fue, sin duda, el preámbulo de los años negros que estarían por venir y por vivir para los poblanos.
Y vaya que aquella lucha electoral fue a muerte.
Porque sólo así Morena pudo ganar a los exmandatarios.
Por cierto, aquel momento fue cuando el barbosismo estuvo en su apogeo y cuando sus operadores hicieron el milagro de ganar para su líder la gubernatura del estado.
Aún recuerdo a un Alejandro Armenta Mier, hoy líder del Senado de la República por Morena, como junto a José Juan Espinosa Torres, ex diputado y ex edil de San Pedro Cholula; y a Eric Cotoñeto Carmona, exoperador del barbosismo enfrentar iracundos a Jesús Morales Rodríguez, entonces titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.
Estaban apostados en el Hotel M&M, disque descubriendo y evidenciando la supuesta “mapachera” que hizo ganar la elección a favor de la entonces candidata de la alianza encabezada por el PAN, Martha Erika Alonso.
En aquel entonces estaban todos unos con Barbosa.
Quién iba a pensar que semanas, meses y años después de que Barbosa se hizo gobernador, aquellos que lo encumbraron fueron perseguidos y amenazados con pisar la cárcel por supuestamente traicionarlo.
Cómo es de nocivo el poder para las personas.
Sin embargo, a partir de allí en Puebla todo cambió.
Fallecieron los Moreno Valle, se designó a Guillermo Pacheco Pulido como gobernador sustituto, en tanto se convocaban a elecciones extraordinarias en la entidad, las cuales, a la postre, las ganaría Morena con Luis Miguel Barbosa Huerta.
Empero, Morena y su gobernador hicieron lo mismo que tanto le criticaron a los Moreno Valle.
Porque el sello de la administración fue de persecución, de soberbia, de empoderamiento excesivo, de amenazas, de odio y de rencor en todos sus rubros y en todos sus niveles.
Barbosa arremetió contra todo aquel que había apoyado al gobierno pasado, marginó a sus adversarios e incluso los encarceló.
A los empresarios poblanos los humilló, los hizo a un lado, a los políticos de otros partidos, a los morenovallistas los mantuvo a raya y hasta muchos medios fueron vetados.
Eso sí, Barbosa defendió la independencia del estado y se enfrentó al gobierno federal, al que siempre le reprochó no contar con el apoyo económico suficiente para poder desarrollarse.
Pasaron apenas dos años de gobierno y vino la pandemia por el Covid-19.
Fue entonces cuando Puebla continuó con su calvario, tal vez el peor de todos porque la maldita enfermedad que colapsó al mundo entero también provocó severos daños a su economía y a la de todo el planeta.
Los mercados se cayeron, muchos países entraron en recesión, el sistema de salud del mundo, junto con las empresas farmacéuticas entraron en crisis, mientras que en México la economía se fue al suelo.
La desgracia nos hizo presa a los poblanos, quienes a la fecha aún ni siquiera podemos recuperarnos.
Y estábamos batallando y acomodándonos con el gobierno barbosista cuando el líder político del estado, repentinamente, sucumbió.
Entonces se vino otro momento de incertidumbre en todos sentidos.
Afortunadamente, el gobernador Céspedes llegó a calmar las aguas, a conciliar, a reconciliar y a generar unidad y consensos en una Puebla polarizada.
Lamentablemente, ahora el problema para los poblanos es el volcán Popocatépetl que amenaza con hacer erupción y con generar daños a la economía y, lo peor, a la salud de los ciudadanos.
Porque la intensa actividad del coloso se atraviesa exactamente cuando la era salomónica había empezado a generar estabilidad política, económica y social en el estado.
Cuando, por fin, parecía que habría obra pública en beneficio de los ciudadanos.
Tal parece que ahora podría no ser así por la inestabilidad del volcán.
Porque el gobierno ya se concentró en el Popo y en una posible evacuación de la población asentada en sus faldas y alrededores.
Ojalá Dios quiera y no sea así.
Porque ya sufrimos mucho los poblanos.
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