Para el presidente del Senado de la República, Alejandro Armenta Mier, no hay mañana, ni otra opción, de cara al proceso electoral del 2024 en Puebla, que no sea la candidatura al gobierno del estado.
No hay “plan B”.
Es más, no está ni en su mente, ni en su proyecto político, otra opción que no sea ungirse como el próximo candidato de la 4T en la entidad para, posteriormente, convertirse en el nuevo mandatario.
Cada vez está más seguro de que él debe ser el abanderado.
Y sostiene que las encuestas, todas, así lo perfilan.
Por ello se ha encargado de empezar a armar un equipo para construir su próxima candidatura por Morena.
A su grupo ya se han sumado personajes con experiencia política como Claudia Hernández Medina, una ex priista, ahora integrada al área de comunicación; Arturo Hernández Davy, ex titular del DIF en el sexenio marinista; el periodista José Tomé Cabera, encargado del área de comunicación, entre algunos otros.
Pareciera que todo está perfilado para que Armenta sea el próximo candidato al gobierno por Morena en el estado.
Sin embargo, aún está su primo Ignacio Mier Velasco, diputado federal y coordinador del grupo parlamentario de Morena en la cámara de diputados.
Empero, también está el barbosismo que aún respira y aspira, a través del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina y del secretario de gobernación, Julio Huerta Gómez, quien hasta el momento no ha hablado de sus posibles aspiraciones.
Y aunque Alejandro Armenta asegure que la contienda interna de Morena, para definir a su candidato al gobierno, es de más de dos, lo cierto es que apenas si pudiera ser, por mucho, de tres: el mismo Alejandro, Nacho y Julio, tal vez.
En este momento no se ve nadie más.
Y los tiempos, también, no dan para más.
Las corcholatas barbosistas prácticamente desaparecieron.
Inteligentemente, el senador Armenta fue quien metió ya al aro a Julio Huerta, a Claudia Rivera Vivanco, a Melitón Lozano Pérez y a otros, porque sabe que igual necesita de su apoyo para convertirse en un posible candidato más fuerte.
Candidato sea de Morena o no.
Porque, insisto, Armenta no tiene “plan B”.
Me pregunto ¿qué pasaría si aunque Alejandro vaya arriba en las encuestas el estudio de Morena le sale negativo y le otorga la candidatura a cualquiera de sus otros dos competidores?
¿Qué pasaría si en un escenario como el de Coahuila, la encuesta no beneficia necesariamente al puntero de los aspirantes al gobierno?
¿Se sumaría Armenta al posible candidato de Morena?
¿Y si es su primo Nacho, con quien está disgustado?
¿O aceptaría que Julio Huerta fuese el abanderado?
¿Qué haría el senador si la encuesta no lo favorece?
¿Abandonaría Morena?
¿Buscaría a Movimiento Ciudadano?
Porque Alejandro Armenta se ha negado a abordar un escenario negro para sus aspiraciones, el cual tampoco tendría que descartarse porque con Morena nunca se sabe.
Por ello insisto: ¿qué sucedería si su partido le da la espalda a Armenta?
¿Se iría de Morena para jugársela con la oposición?
Porque parece claro que el posible abanderado de una alianza PRI-PAN-PRD sería el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez.
Y eso si las condiciones, según el edil panista, son óptimas para ganar.
Ahora, ¿en caso de que el candidato de Morena pudiera ser Nacho Mier, contaría con el apoyo del barbosismo?
Porque el de su primo Armenta no lo creo.
¿Y si es Julio Huerta?
¿A poco tanto Nacho como Alejandro se le sumarían?
En Morena hay un gran dilema si es que no se respetan las encuestas para la definición en Puebla de su candidato al gobierno en 2024.
Lo cierto es que si en Morena no hay acuerdo y sí un buen pleito, el único beneficiado no es otro que Eduardo Rivera, con quien se la jugarían muchos si el candidato de Morena no es el suyo.
Por lo pronto, Armenta va a seguir avanzando.
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