El presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, tiene muy claro que el golpeteo político en su contra se debe a que los sueños guajiros, la ambición y el futurismo son parte de la vida cotidiana de algunos políticos poblanos.

Y lo peor, entiende perfectamente que estos males los tienen locos.

Políticos, funcionarios y personajes públicos que por la ambición de poder se están adelantando al 2024, y que harán todo lo posible por demostrarlo, por fustigarlo, por criticarlo y por tratar de perjudicarlo cada que puedan.

Afectarlo de dos formas, en particular: generar la falsa idea de que su gobierno no es efectivo y evitar que su figura y gobierno permeen.

Y todo por la ambición de poder.

Sin embargo, hoy critican lo que incluso en el verdaderamente fracasado gobierno de Claudia Rivera Vivanco alabaron, o peor tantito callaron.

Sus detractores quieren que el municipio de Puebla se estanque, y están empeñados en eso.

Pretenden, incluso, enfrentarlo con el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta a como dé lugar.

Creen que es la mejor forma de afectarlo.

De derrocarlo.

Por ello las versiones que circulan sobre una supuesta ruptura entre él y el mandatario.

Nada parecido a la realidad.

Al contrario, si hay alguien con quien no se enfrentará Lalo es con el gobernador Barbosa, quien depositó su confianza en él y quien sabe perfectamente que su amistad es a prueba de grillas de quinto patio.

Empero, sería bueno que los verdaderos impulsores de esa asquerosa campaña negra dieran la cara y no se ocultaran detrás de una pluma.

¿A quién le interesará que Eduardo Rivera y el gobernador Miguel Barbosa estén disgustados?

¿A quién le conviene que no se vean bien?

Es más, ¿quién se beneficiaría si el edil capitalino y el gobernador están enemistados?

La arrogancia, la envidia y el empoderamiento no ayudan mucho.

Lo que se requiere en Puebla no es división ni encono, mucho menos guerras electoreras adelantadas.

Mucho menos en una nueva ola de contagio del Covid-19.

Tampoco cuando la población está muy sensible y asustada.

¿No sería mejor ayudar a la población, apoyarlos de alguna manera?

Los poblanos estamos hartos de las grillas de los mismos, de los dichos sin fundamento, de los análisis por encargo.

No se calienten que esto está comenzando.

El tema del Derecho al Alumbrado Público (DAP) ya es cosa del pasado.

Sí, se cayó en el municipio pero aún falta mucho por hacer para corregir la ciudad.

Puebla capital es más que la disputa por el cobro del alumbrado.

Hoy por hoy se requieren obras por todos lados, servicios públicos básicos, seguridad, salud, espacios públicos dignos, impulso a la economía, al turismo, empleo, el cuidado a la mujer, al medio ambiente, en fin, deben estar cegados los que sólo ven el 2024.

Eso sí, Eduardo Rivera conoce el terreno y no se amilana.

Tampoco le asusta que se creen falsas versiones porque estas se caen solas.

Al contrario, seguramente lo toma con un reto más en su carrera política.

Afortunadamente, la vida y la verdad siempre pone todo y a todos en su lugar.

Y esta vez no será la excepción.

Lo que se requiere en el municipio y en el estado es reconciliación, trabajo en equipo, coordinación y muchas ganas de salir adelante. Así lo ve Lalo.

En Puebla no estamos para desafiarnos, para que nuestras autoridades se retén, y eso lo saben Lalo Rivera y el gobernador Barbosa.

Nada de incendiarnos.

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