Ni porque el Congreso del Estado, sede de la LXI Legislatura, continúa su etapa de renovación y cambio, debido a que se encontró una nómina inflada y gastos innecesarios que afectaban su presupuesto, los demonios que andan sueltos se terminan.

Tal parece que la soberbia, el nepotismo, el influyentismo y el compadrazgo son las peores enfermedades de los diputados y administradores del Poder Legislativo.

Con razón su imagen ante los ciudadanos está por los suelos.

Nadie se salva de los terribles males que aquejan a los funcionarios que ocupan una curul cada que se renueva la cámara de diputados.

El Congreso parece que está embrujado.

Ahora resulta que los anteriores no fueron tan malos, y que los actuales tampoco son tan buenos.

Vaya remedio para los poblanos.

Y es que a pesar de los cambios ordenados por el diputado presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del Estado, el morenista Sergio Salomón Céspedes Peregrina, los malos tratos, el despotismo y las amenazas siguen aquejando a los trabajadores.

Es una verdadera fregadera que cada administración joda y apabulle a los empleados del Congreso, quienes verdaderamente son los que mantienen las distintas sedes legislativas limpias y en condiciones para trabajar a sus inquilinos.

Ya en anteriores ediciones de Posdata dimos cuenta de aquellos funcionarios legislativos que fueron despedidos por únicamente cobrar sus jugosas quincenas sin hacer nada, o por medio hacer, sólo por ser “recomendados”.

Parecía, entonces, que esta vez las cosas cambiarían en el Congreso.

Sin embargo, parece que a pesar de las buenas intenciones las cosas van a seguir igual.

Y allí está como ejemplo, de lo que no se debe hacer como funcionaria en el Congreso, el caso de Gloria Vázquez Cortés, secretaria de la presidencia, del grupo que encabeza precisamente el mismo Sergio Salomón Céspedes.

Esta mujer, quien ha sabido brincar y atravesar la aduana legislativa de gestión en gestión, es una de las personas que sigue cometiendo bullyin en contra de quien acude a la presidencia a tratar de encontrar al diputado presidente para exponerle su caso, particularmente de abuso.

Gloria Vázquez decide quién pasa y quién no con Céspedes Peregrina, quien la mantiene allí en su puesto, a pesar de que es una mala herencia del pasado.

Porque la secretaria de presidencia antes fue perredista, luego priista, panista, morenovalista y ahora es simpatizante de Morena y sus diputados.

Dicen los trabajadores, con testimonio fiel no sólo de uno, que siempre está de malas, que les da largas, que los tiene esperando horas, que responde de mala forma y que nos los quiere.

¿Quién protegerá a tan temible burócrata?

¿Será el propio Sergio Salomón?

¿O a qué santo se habrá encomendado Gloria Vázquez que parece ser intocable e inamovible?

¿No que las cosas ya iban a cambiar en el Congreso?

Un caso más de malos funcionarios legislativos es el de Aurora Ochoa, secretaria de la titular de la Dirección General de Administración y Finanzas, Gabriela Casiano Juárez.

Un caso parecido al de Vázquez Cortés, quien trata de manera déspota a los empleados y ufanándose de ser la mano derecha de quien administra los recursos del Congreso.

De hecho, por órdenes de Gabriela Casiano, ella se encarga de palomear y ordenar a quién del resto de los empleados se le aplicaba o no prueba Covid, quién pude faltar o no por alguna incapacidad.

Todo un desastre, de esos que según ya no existían en el Congreso con la llegada de la supuesta nueva administración.

¿Qué dirá al respecto Sergio Salomón?

Porque no sólo son casos aislados de abuso y opresión en contra de los trabajadores.

Como dijera Raúl Velasco “aún hay más”.

Ya se los contaré.

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