Algo que debería analizar, valorar y replantear el gobierno del estado de Puebla, sobre todo ahora que la reactivación económica está en marcha y requiere de mucha creatividad para poder lograrla, es la desaparición de sus atractivos.

Atractivos que, particularmente, se ubican en la ciudad de Puebla, el municipio más importante del estado, y en la zona conurbada.

Y es que el gobierno anterior panista se concentró en realizar obras de relumbrón, a muy alto costo, con un endeudamiento mortal, sí, pero que al final dieron el resultado que se quería, sobre todo en imagen.

Una secuela que repercutió directamente en el turismo y en la derrama económica de la entidad, pero particularmente de la ciudad capital.

Con la construcción del Tren Turístico, el Teleférico, la Estrella de Puebla, la ciclovía, el Museo Barroco, la rehabilitación y transformación de la zona de los Fuertes de Loreto y Guadalupe, así como los antiguos túneles del Puente de Bubas y el Pasaje 5 de Mayo, entre otros atractivos, Puebla despuntó después de muchos años de letargo.

Tan sólo los túneles rescatados forman parte de toda una red de pasajes construidos en los siglos XVI y XVIII, los cuales fueron rehabilitados en 2015 como un atractivo turístico para los visitantes y el resto de los poblanos.

Ojalá y a alguien se le ocurra rescatar el resto de estos espacios, pues son 4 los subterráneos que atraviesan el Centro Histórico y el barrio de Xanenetla, los cuales conducen a los fuertes de Loreto y Guadalupe.

El caso es que tras el cambio de gobierno -del PAN al PRI-, la capital y el estado se caracterizaron por una muy notable transformación, misma que se promovió a nivel nacional con mucha efectividad.

Esto permitió, incluso, que Puebla estado obtuviera la sede del Tianguis Turístico, a pesar de ser un lugar sin playa.

En 2010, cuando el PAN derrocó al PRI de Mario Marín Torres, la ciudad sólo destacaba por la construcción de canchas de fútbol, por la afición del entonces mandatario al deporte del balompié.

Por ello, todo lo que se hizo después brilló y destacó, aunque, insisto, haya sido un lastre para las finanzas del estado y una lápida para gobiernos futuros.

Puebla, entonces, o al menos la capital, se transformó completamente y se convirtió en un referente de cambio, sobre todo para el turismo nacional.

A partir de allí, no se han vuelto a ejecutar obras turísticas, aunque sean obras suntuosas, pero no ha habido algo para reimpulsar el turismo o el cambio de imagen, ni de la entidad, ni de la ciudad.

El desastroso gobierno de Claudia Rivera Vivanco, y de Morena, pasó de noche por la ciudad y, de acuerdo al propio gobierno del estado y a la mayoría de los poblanos, lo único que llegó a hacer a la capital fue un desastre, negocio y fraudes.

Ni una obra de relumbrón, al menos, ni de atractivo de ningún tipo.

Vino la pandemia y esto acabó por desgraciar la situación.

En el estado, también, apenas parece que está cuajando la secretaría de turismo con su nueva titular, quien llegó después de dos intentos fallidos a la cabeza, Fabiana Briseño Suárez y Vanessa Barahona de la Rosa.

En este contexto me pregunto ¿es conveniente cerrar o acabar con los atractivos que tanto dinero le costaron al erario, al gobierno y a los poblanos?

Me parece un grave error mantener la Estrella de Puebla parada, de adorno y con la posibilidad hasta de desaparecerla.

Y lo mismo sucede con el Tren Turístico, transporte que vino a darle vida a las zonas olvidadas en Puebla.

¿Qué más va a desaparecer, el Teleférico o la ciclovía?

No todo lo que se heredó del pasado, o del morenovallismo para ser más claro, está mal.

La zona de los Fuertes de Loreto también está olvidada, cuando el lago de La Concordia igual le había devuelto la vida al muladar que tenía el “gober precioso” en la zona.

Ni Puebla, ni el gobierno del estado, deben caer en los errores del gobierno federal y del presidente Andrés Manuel López Obrador, de haber eliminado el avance que se tenía para la construcción de un nuevo aeropuerto sólo por capricho.

Si los atractivos en Puebla fueron mal administrados pues que se castigue a los culpables y que se les meta a la cárcel, pero no es posible que se estén cerrando cuando empezaban a funcionar.

Esto a nadie le conviene.

Allí está como ejemplo la reapertura de los antiguos túneles de Puebla, los cuales permanecieron cerrados desde el inicio de los gobiernos de Morena, pero ya se abrieron y presumieron, nuevamente.

No se debe satanizar una obra que a todos los poblanos nos conviene.

Hoy por hoy, todo contribuye a la reactivación económica. Y en Puebla necesitamos que el dinero circule.

Y está ciego quien no lo vea.

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