Ayer quedó evidenciada una vez la grave y peligrosa vulnerabilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), durante la reunión de evaluación de apoyo a los damnificados del huracán “Grace” en Huauchinango, Puebla.

Y aunque por un momento el mismo presidente calmó y parecía que había controlado el enfado de los pobladores, al final, durante su partida, todo fue un desorden.

Los reclamos vinieron de todas partes, de todos tipos, por la inseguridad, por la falta de apoyos a los afectados y hasta por cuestiones políticas.

El evento, en aquella región poblana, hay que decirlo y subrayarlo, fue todo un caos, pues los habitantes inconformes de la Sierra de Puebla y otros estados circunvecinos rebasaron -por mucho- a los elementos del ejército que resguardaban al mandatario.

Hasta su salida del auditorio, del recinto ferial de Huauchinango, lo acompañaron los quejosos con distintos reclamos en los que incluso salió a relucir el nombre de Ardelio Vargas Fosado, ex subsecretario de gobernación del estado.

El evento del presidente en Huauchinango es muestra del riesgo al que se expone sólo por confiar en su perorata, o su supuesta cercanía con “el pueblo bueno”.

Los manifestantes, provenientes de comunidades como Tuzamapan de Galeana Tetelilla, del estado de Veracruz, reclamaron furiosos que los apoyos no han sido entregados a los verdaderos afectados por el huracán Grace, incluso aseguraron que el censo levantado por dependencias como la Secretaría de Bienestar no es el correcto y fue un fracaso.

Desde que AMLO anunció su partida del lugar y soltó el micrófono los quejosos se arremolinaron hacia él y le dijeron de todo. Amenazaron incluso con hacer justicia con su propia mano.

Contrario a eso, el gobernador del estado, Luis Miguel Barbosa Huerta, quien acompañó en todo momento al presidente, pudo abandonar el recinto sin problema, resguardado por su escolta personal, y sólo con la petición de una mujer que logró abordarlo.

Sin embargo, al gobernador poblano alcanzó a exclamar “estuvo muy cabrón”, en clara referencia a la peligrosa manifestación de la gente que irrumpió el evento para reclamar y exigir al presidente AMLO por los apoyos.

Y es que los inconformes lograron penetrar los 4 o 5 filtros colocados por la Guardia Nacional y el ejército para resguardar al presidente.

Los quejosos casi derriban la puerta del auditorio y no hubo poder humano que los detuviera, incluso hubo golpes, empujones, mentadas de madre, amenazas y reclamos a los elementos encargados de la logística del evento.

¿Se imaginan que alguien hubiese entrado armado?

¿Qué en el tumulto se hubiese arremolinado al mandatario provocando un altercado peor, o que incluso que hubiese provocado algún disparo?

Y todo por confiar en el “pueblo bueno”.

Es evidente, y aunque el presidente AMLO lo niegue, que la seguridad sobre su persona es un chiste, por lo que es necesaria y hasta urgente. Y más si las cosas no se están haciendo bien.

Porque es el mismo mandatario quien pone en riesgo no sólo a su persona sino al resto de los funcionarios que lo acompañan.

Y eso sin decir que la estrategia de entrega directa de apoyos, sin intermediarios, parece no funcionar, además que va muy lenta y operada a paso de tortuga.

Afortunadamente, el gobernador Barbosa no tuvo problema para dejar el lugar, pues hay que recordar que él requiere apoyo y asistencia para poder caminar.

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Hoy culmina una etapa y empieza otra en la vida interna de la BUAP.

Así es, bien dicen que no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.

La rectora electa de la BUAP, la Dra. Lilia Cedillo Ramírez, rinde protesta a su cargo y asume las riendas de la máxima casas de estudios del estado, mientras que su sucesor, Alfonso Esparza Ortiz, ofrece su último y cuarto informe de su segundo periodo.

Ambos eventos, serán transmitidos por internet, por aquello de la pandemia y el Covid-19, pero son un parteaguas en la vida de la BUAP, pues hoy 04 de octubre de 2021 la rectoría será encabezada por la primera mujer.

Y no cualquier mujer, pues Lilia Cedillo es cien por ciento académica y universitaria, nacida en la ciudad de Puebla (en 1959), egresada de la Facultad de Ciencias Químicas, donde se graduó como química farmacobióloga (en 1982).

Estudió, además, en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde obtuvo la maestría y el doctorado en Ciencias con especialidad en microbiología en 1986 y 1990, respectivamente.

Realizó una estancia posdoctoral en el Departamento de Microbiología en la Universidad de Alabama en Birmingham, Estados Unidos, de enero de 1992 a enero de 1993.

Cedillo ha sido profesora investigadora del Centro de Investigaciones en Ciencias Microbiológicas del Instituto de Ciencias (ICUAP) de la BUAP, del cual fue también directora, así como vicerrectora de Extensión y Difusión de la Cultura y directora del Complejo Cultural Universitario.

Hasta el 24 de marzo de este 2021, Cedillo Ramírez era directora del Centro de Detección Biomolecular de la BUAP e integrante de la Comisión Institucional para el Seguimiento y Evaluación de la Pandemia por el SARS-CoV-2, pero renunció a todo cargo institucional en agosto del 2021 para buscar la rectoría de la BUAP.

 

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