Ahora que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta se refirió a los caprichos de la clase política poblana, la cual gusta de hacerse de lo más exclusivo en automóviles y en algunas otras excentricidades de las que no abundó, sería bueno que diera santo y seña de quienes gozan de esos lujos.

Quiénes -del presente y del pasado- han caído en la tentación de gastar cantidades insultantes para el pueblo y los pobres en sus caprichos.

Porque tampoco es un tema nuevo que la mayoría de los políticos, con sus honrosas excepciones, gustan de vivir bien, de lo bueno en automóviles, casas, ropa, viajes, artículos personales, mascotas, entre muchas cosas más.

Magnificencias que, incluso, muchos ventilan y presumen en sus redes sociales, sin pudor alguno.

Y digo que es un tema que no sorprende porque, de entrada, Puebla es el cuarto estado con la economía más fuerte en el país, y por ende con una de las vidas más caras.

Tampoco es extraño que en las calles de la ciudad se vean circular automóviles de 1, 2, 3, 4 y hasta 5 millones de pesos, de marcas diversas, desde Porsche, Lamborghini, Land Rover, Lexus, Aston Martín, Alfa Romero, Lotus, McLaren, Maserati, Ferrari, Bugatti, Bentley y hasta Rolls Royce.

Bastaría un paseo por Lomas de Angelópolis para observar circular estos automóviles, conducidos por empresarios y personajes pudientes que viven en la capital.

Lo extraño, más bien, sería que este tipo de marcas fuesen adquiridas por algún servidor público de Morena o de la 4T.

¿Por qué quién no quisiera ser millonario para alcanzar un capricho de este calibre?

Cualquiera, ¿a poco no?

Sin embargo, vaya que sería un insulto a la clase trabajadora, a las condiciones actuales en que vive el país, al colapso económico en el que se encuentra, que un servidor de la nación, como ahora dicen llamarse los simpatizantes de la 4T, se transportara en un vehículo de este tipo.

Empero, me parece que tampoco hay que satanizar a quienes tienen el poder económico para adquirir un buen auto, no necesariamente de súper lujo, tal vez de una marca mediana, porque no sabemos el esfuerzo o el trabajo que tuvo que hacer para lograrlo.

En fin, el tema viene a cuenta porque ahora que el mandatario estatal mencionó que Eukid Castañón Herrera, ex operador del gobierno morevallista, actualmente preso en un reclusorio de mediana seguridad de la entidad, era propietario de un Rolls Royce, sería bueno que los poblanos supieran qué fue de todo lo decomisado al ex funcionario.

¿A cuánto asciende el monto de lo confiscado a Eukid?

¿Qué fue de ese Rolls Royce que, dicen, le pertenece?

¿En dónde están los autos de lujo que se le encontraron?

¿En dónde están las más de 200 obras de arte que le fueron decomisadas, las cuales estaban resguardadas en un contenedor ubicado por la zona del Hospital del Niño Poblano?

¿Qué fue de todas las propiedades incautadas, casas, oficinas y departamentos?

¿De qué otros lujos gozaba este personaje, quien se sintió dueño de Puebla?

Sería bueno que toda esa información fuese pública y se transparentara.

Y también sería bueno que se revelara cuántos y qué personajes más vivían, o viven, como millonarios por haber sido funcionarios públicos.

¿Cuántos estrenaron residencias, autos, casas de campo o de playa?

Seguramente habrá casos inesperados.

Ojalá y se nos haga conocerlo.

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A qué intereses responderá el líder de la Coordinadora Estatal del Partido del Trabajo (PT), Mariano Hernández Reyes, diputado electo, además, para la próxima legislatura del Congreso del Estado.

Porque miren que tratar de defender y abogar por su pillo correligionario, Mauricio Alonso Toledo Gutiérrez, a quien le espera el desafuero, ex delegado en Coyoacán y diputado federal, es una verdadera marranada.

Ya sólo le faltó a Marianito, quien es apasionado de la botana, los tragos y el cubilete, declarar y defender, también, a otro de sus compadres, al diputado de Morena abusador Saúl Huerta Corona.

¿A quién rendirá cuentas el malogrado legislador electo, a Don dinero para exigir que se apique un proceso apegado a derecho a su amigo Maurico Toledo?

Qué asco de personajes; bien dicen, Dios los hace y ellos se juntan.

Lo que debería hacer Mariano Hernández es callarse la boca, no escupir al cielo, anexarse a doble A, para evitar más las crudas y resacas morales, y ponerse a trabajar con seriedad.

 

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