Desde el inicio de la pandemia por COVID-19 a la fecha, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no presenta rezagos en la consulta de obstetricia, partos o cesáreas, ya que se consideró como prioridad la atención de las embarazadas en unidades médicas de la institución, en todo momento bajo estrictas medidas de higiene y bioseguridad.

“El embarazo es un estado dinámico que cambia minuto a minuto, por lo que se decidió que no se iba a diferir”, afirmó el doctor Hugo César Hernández Gordillo, coordinador de Programas Médicos de la División de Atención Gíneco- obstétrica y Perinatal del IMSS.

Destacó que el Seguro Social creó protocolos y líneas de tratamiento para minimizar riesgos de contagio en los tres niveles de atención, a fin de que las embarazadas fueran atendidas en unidades médicas no reconvertidas a híbridas o 100 por ciento COVID.

De manera complementaria se envió a hospitales de la iniciativa privada a pacientes sin enfermedades o situaciones de riesgo, donde fueron atendidas para su parto o cesárea, gracias al convenio del Instituto con la Asociación de Hospitales Privados y el Consorcio Mexicano de Hospitales, que se tuvo del 23 de marzo de 2020 al 31 de marzo de 2021.

El doctor Hernández Gordillo explicó que de manera cotidiana la atención en las Unidades de Medicina Familiar (UMF) inicia previo al embarazo, con el objetivo de verificar el estado de salud de la derechohabiente, realizarle estudios laboratorios e indicarle cuál es el mejor momento para quedar embarazada.

Posteriormente se inicia con la vigilancia del embarazo, se dan citas para verificar que el bebé crezca normal y que la mujer no tenga complicaciones; una vez cumplidos siete meses o 34 semanas es referida al hospital. Las citas se llevan a cabo de manera mensual, añadió.

En los Hospitales Generales de Zona el personal verifica que madre e hijo se encuentre en buenas condiciones hasta la resolución del embarazo, “después se hace una vigilancia estrecha durante 24 a 48 horas para garantizar que la mamá se vaya completamente sana con su bebé”, detalló el coordinador de Programas Médicos.

Dijo que en las Unidades Médicas de Alta Especialidad (UMAE) se realiza una vigilancia similar, pero a mujeres con embarazo de alto riesgo por enfermedades de larga evolución que pueden ocasionar complicaciones, así como por la aparición de preeclampsia (presión arterial alta y signos de daño hepático o renal) o diabetes gestacional.

Indicó que dos unidades médicas de la Ciudad de México atendieron al 100 por ciento de las mujeres de la zona norte del área metropolitana con alguna complicación asociada a su embarazo: el Hospital de Ginecobstetricia No. 3 del Centro Médico Nacional (CMN) La Raza y el Hospital de Ginecopediatría 3-A en Magdalena de la Salinas.

En este último es atendida Jehieli, quien sufrió hiperémisis gravídica (náusea intensa) una condición que ocurre en menos del cinco por ciento de las paciente embarazadas, el vómito llega a producir deshidratación severa que condiciona gravedad en el embarazo “afortunadamente lo pudimos controlar a tiempo”, relató.

Con siete meses de embarazo le fue detectado COVID-19. “Fue un poco complicado porque da miedo, afortunadamente siempre garantizaron la salud de mi bebé. Cada tercer día mi médico me marcaba para preguntar cómo iban los síntomas y el efecto del tratamiento”, relató Jehiele.

Añadió que espera con emoción y buena salud el nacimiento de su primer hijo, a quien pondrá por nombre Álvaro Ernesto. “Mi experiencia es que me han atendido bastante bien, el Seguro Social cuenta con todas las herramientas y si en algún momento es un embarazo complicado, saben dónde canalizarte, como en mi caso que me dio COVID ya sabían qué hacer y tenían todas las medidas”.